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sábado, 24 de abril de 2010

Se fue Valentín Carilla


Anoche murió Valentín Carilla Callén. Tenía noventa y muchos años, y hasta hace unos meses estaba en plena forma. Dos derrames cerebrales sufridos en poco tiempo le fueron apagando, hasta que ayer se fue definitivamente.

Valentín era hijo de Manuel Carilla Sarrate y de su segunda mujer, Petra, y por tanto hermanastro de Manuel Carilla Albalá, el que fuera deportado a Mathausen, y primo hermano de mi abuelo Mariano. Como todos sus familiares directos nació y vivió en la dura comarca de Los Monegros aragoneses, trabajando en el campo desde niño. Como aragonés era de humor socarrón y un poco salvaje, y le gustaba sobremanera chinchar con sus bromas a los Carilla más jóvenes y en general a quien se le pusiera a tiro, lo que le valió una reputación de bromista un tanto sarcástico pero con buen fondo que le acompañó toda su vida.

El 20 ó 21 de julio de 1936, Valentín estaba trabajando en el monte, en las tierras de su primo y abuelo materno mío, Mariano Carilla Salillas, en compañía de éste, de Mariano Carilla Albalá y de un muchacho de su mismo pueblo, cuando se enteraron del golpe de Estado militar, fracasado en las calles de Barcelona un día antes pero triunfante en Zaragoza. Inmediatamente los cuatro bajaron a Lanaja, el pueblo de mi abuelo, a tiempo de participar en la resistencia al que sería el primero de los tres asaltos que en menos de una semana intentaría una columna de asesinos falangistas contra la población, y que sólo tendría efímero éxito el día de Santiago cuando recibieron refuerzos militares rebeldes desde Zaragoza.

Luego de la guerra Valentín se sumergió en el silencio de una vida discreta. Mantuvo siempre una relación muy estrecha con mi abuelo Mariano, ayudándole cada verano en la cosecha, y cuando murió mi abuelo siguió ayudando a sus hijos. Según mi madre la relación entre ambos primos era volcánica y hasta divertida de observar, porque tan pronto se peleaban a gritos como estaban abrazándose. De hecho, dado el carácter de Valentín y la seriedad de mi abuelo no era raro que chocaran de continuo, aunque se quisieran como hermanos. Al decir de mi madre una de esas discusiones, sostenida en los años cuarenta o cincuenta, estalló por causa de la memoria de Mariano Carilla Albalá.

Hace aproximadamente un año, cuando tuvo el primer derrame cerebral, Valentín contó a su sobrina Rosa algunas circunstancias referidas al hermanastro deportado, en relación con su presencia en el frente de la sierra de Alcubierre primero y luego en el cerco de la ciudad de Huesca después. Fueron los últimos y casi primeros recuerdos que desgranó, acaso porque al ver la muerte cercana pensara que aquellos escasos pero valiosos datos podían ayudar a mejorar la información que Rosa y yo teníamos sobre el deportado, y que en definitiva ha ido concretándose en "Un castillo entre la niebla. Tras las huellas del deportado republicano Mariano Carilla Albalá". El libro saldrá después del verano, pero ya no será posible que Valentín Carilla presida su presentación.

Que la tierra te sea leve, tío.

viernes, 12 de junio de 2009

Cartas de Grossi. El POUM en las trincheras del frente de Aragón


A finales de julio de 1936 la columna Arquer-Piquer del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista), procedente de la Barcelona que el 19 de julio había derrotado en la calle a los militares rebeldes, ayudó a constituir lo que a partir de las siguientes semanas y hasta marzo de 1938 sería el frente de Aragón.

Uno de los dirigentes de los milicianos poumistas era Manuel Grossi. Asturiano de Mieres y minero de profesión, Grossi se había establecido en Barcelona durante los años de la Segunda República. En la capital catalana se adhirió al Bloc Obrer i Camperol (BOC), una formación que amalgamaba de modo confuso pero al parecer atrayente posiciones de izquierda revolucionaria con una clara militancia nacionalista. El BOC se unió a la Izquierda Comunista (IC), otro pequeño partido catalán, éste de inspiración trostkysta, y juntos constituyeron el POUM, partido que en pocos meses, al estallar la llamada guerra civil española, llegó a adquirir un protagonismo probablemente muy superior a sus efectivos reales. El POUM era un partido formado por gente joven y entusiasta, con posiciones revolucionarias que a menudo desbordaban las de los anarcosindicalistas y desde luego, en abierta oposición a la política de mesura y apaciguamiento ante las clases medias llevada a cabo por los comunistas estalinistas.

En ese contexto, el papel de Grossi en el POUM adquirió cierta relevancia durante los primeros meses de la guerra, al convertirse al parecer en el principal responsable militar del POUM en el sector de la sierra de Alcubierre, a pocos kilómetros de la ciudad de Zaragoza, principal objetivo militar de las milicias republicanas durante 1936. Esa posición de mando llevó a Manuel Grossi a duros enfrentamientos con los dirigentes de las otras milicias, como el anarcosindicalista Buenaventura Durruti, el coronel Villalba, militar profesional y jefe de la guarnición de Barbastro, y también con Del Barrio, líder de la columna del PSUC (estalinistas) en la zona. Pero las mayores pugnas las sostuvo Grossi con los dirigentes de su propio grupo político, como Jordi Arquer, Francesc Piquer e incluso con el propio Josep Rovira, el respetado líder poumista que más tarde sería jefe de la mítica 29 División. Entre otros episodios menos conocidos, tuvo Grossi al parecer un papel destacado en la toma de Leciñena (la posición avanzada más próxima a Zaragoza que llegaron a establecer los republicanos), y también en su caída en manos de los rebeldes, aunque cuando se produjo ésta ya había sido destituido por Rovira.

Todas estas peripecias se recogen en el libro "Cartas de Grossi", que acaba de publicar Sariñena Editorial. Salvador Trallero, el joven y audaz editor aragonés que comanda esta editorial, acaba de sacar a la luz un testimonio relevante en forma de 40 cartas escritas por Manuel Grossi a principios de los años setenta, dedicadas en su mayoría a documentar lo sucedido en el frente de Aragón durante el verano y el otoño de 1936 y a explicar la posición de Grossi ante esos hechos, y sobre todo, a justificar sus propias acciones. En sus cartas, Grossi narra lo que él mismo llama "su verdad", que si en ocasiones resulta evidentemente sesgada en otras muchas ayuda a clarificar sucesos oscuros o poco conocidos. Se trata pues de un testimonio de primera mano facilitado por un personaje que se movió en el ojo del huracán durante los inicios de la guerra civil, y que además fue capaz de relatarlo de modo sencillo y coherente, a pesar de la aparente dispersión de temas, momentos y personajes que nos presenta en las cartas.

Salvador Trallero encontró este material precioso en el Centro de Historia Social de Amsterdam, y por lo que cuenta él mismo enseguida pensó en publicarlo. Hay que decir que este no es el primer libro que propone Trallero sobre esos días trágicos. En 2006 Sariñena Editorial consiguió el premio del Gobierno aragonés al Libro mejor editado durante el año en Aragón por su "Alas Rojas, Sariñena", un excelente volumen lleno de imágenes desempolvadas por Trallero en archivos militares, que narra la existencia del que quizá fue el más famoso aeródromo militar republicano de toda la guerra de España, situado precisamente junto a la localidad monegrina de Sariñena. Entre los proyectos editoriales de Trallero para los próximos meses figura la inmediata publicación en el próximo otoño de un libro sobre la presencia de George Orwell en el frente de Aragón, y otro sobre las Brigadas Internacionales en el mismo escenario. En 2010 Sariñena Editorial publicará el libro que estoy finalizando sobre mi pariente Mariano Carilla Albalá, miembro de la sección de caballería de la columna del POUM que comandó Grossi, exiliado en Francia y deportado por los nazis a Mauthausen, donde fue asesinado en agosto de 1941.

Cartas de Grossi, edición de Salvador Trallero. Ed. Sariñena Editorial. Junio de 2009.

En la fotografía, el abanderado de la caballería del POUM enarbola el estandarte en lo que parece la era de alguna población próxima al frente de la Sierra de Alcubierre (verano-otoño de 1936).