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lunes, 26 de octubre de 2009

El triunfo de Negrín


La rehabilitación oficial de Juan Negrín y 35 compañeros de su fracción, expulsados del PSOE por impulso de Indalecio Prieto recién finalizada la guerra de España, nos deja un sabor agridulce a muchos. Al fin y al cabo devolver el carnet a Negrín a través de sus descendientes es un gesto que a quien rehabilita realmente no es al interesado sino al partido que injustamente le arrojó de sus filas entre calumnias y mentiras, sin haberle dado siquiera la oportunidad de defenderse.

Hace años que la verdad histórica sobre Negrín y su actuación al frente del Gobierno de la República está perfectamente establecida, gracias al trabajo de historiadores del prestigio de Angel Viñas, Helen Graham, Gabriel Jackson, Ricardo Miralles, Enrique Moradiellos, Paul Preston y otros, cuyos trabajos han contribuido a limpiar la mierda que sobre este socialista eminente y estadista como ha habido pocos en España, lanzaron en su día la propaganda franquista y un puñado de traidores en el interior mismo del que fuera su partido de siempre.

A Juan Negrín se le odia porque este hombre enérgico, incansable, de un talento excepcional y una capacidad de trabajo sin límites fue el principal obstáculo para la victoria franquista en la guerra. El lema que acuñó en esos años, "resistir es vencer", no sólo probó su eficacia poco después en la Francia de De Gaulle y la Gran Bretaña de Churchill, sino que en España pudo haber dado un desenlace diferente a la contienda contra el fascismo de no haber mediado el golpe de Estado de la Junta de Defensa del coronel Casado, con Julián Besteiro como cabeza de la trama civil golpista. De Negrín la propaganda franquista-prietista dice que prolongó la guerra inútilmente. "Falso. Contaba con informaciones de que los franceses ayudarían" cuando llegara el estallido de la Segunda Guerra Mundial -el conflicto atroz que en 1939 todo el mundo sabía inevitable que comenzara dentro de ése año-, tal como cuenta Angel Viñas en sus investigaciones más recientes.

En marzo de 1939, la República española disponía de hombres y recursos sobrados para aguantar seis meses más. Lo que muchos ya no tenían, especialmente en los estratos militares y políticos, era la moral de lucha y la fe en sí mismos necesarias para seguir combatiendo. Frente a esos -derrotistas como Azaña, pusilánimes como la mayoría del generalato, traidores como Besteiro y Casado-, se alzó Juan Negrín como un muro, al que naturalmente había que abatir no sólo para lograr el objetivo de la "paz" supuestamente negociada con Franco, sino sobre todo para justificar ante la historia el tremendo papel de quienes conscientemente, acabaron con la resistencia popular contra el fascismo mediante la misma técnica que empleara Franco para alzarse contra la legitimidad democrática: el golpe de Estado cuartelero.

En esa línea de descalificación desaforada de Negrín hay que inscribir la infamia besteriana luego adoptada por los prietistas de que el presidente del gobierno español era "el hombre de Moscú". Angel Viñas acaba de enterrar toda esa porquería con su magnífico libro "El honor de la República", que cierra su trilogía sobre el período de la Guerra de España. Como Viñas y los historiadores citados anteriormente demuestran, Negrín fue un socialdemócrata keynnesiano, patriota español y nada proclive al estalinismo. Ocurre que frente a la farsa que contra los intereses de la República española supuso la política de No Intervención de las democracias occidentales, la URSS de Stalin fue el único Estado que aceptó convertirse en suministrador de armamento y subsistencias de la República, lo que como demuestra Viñas el Estado soviético se cobró con creces, actuando un verdadero animal de rapiña y según los usos más estrictos en las relaciones comerciales capitalistas entre Estados. El gobierno español pagó a precio no precisamente de amigo ni solidario hasta el último céntimo de la supuesta "ayuda" soviética.

Con Negrín han sido rehabilitados otros 35 socialistas "maltratados por la historia y también por otros socialistas", como señaló Alfonso Guerra durante el acto. Sus nombres son: Ramón Lamoneda y Ramón González Peña (dirigentes de la Revolución Asturiana de octubre de 1934), Julio Álvarez del Vayo (intelectual marxista y andando el tiempo fundador del FRAP), Max Aub (gloria de la literatura en castellano del siglo XX), Amaro del Rosal (historiador del movimiento obrero), Jerónimo Bugueda Muñoz, Juan Simeón Vidarte, Julia Álvarez Resano, Matilde de la Torre, Edmundo Lorenzo, Antonio Pasagili Lobo, Ángel Galarza Lago, Vicente Ruiz Sarmiento, Mariano Moreno Mateo, Miguel Amilibia, Nicolás Jiménez Molina, Veneranda García Manzano, Adrián García Anfreu, Leandro Pizarro González, José Rodríguez Vega, Antonio Huerta, Gabriel Morón Díaz, Vidal Rébora, Suárez Guillén, Carlos Abad López, José Moreno Remacha, César Rodríguez González, , Modesto Moyro, Juan Bautista Alvarado, Saturnino Gimeno, Matilde Cantos Fernández, Juan Pablo García, Jesús Ibáñez Rodríguez, Jesús Vallina González y Felipe García Álvaro. La mayoría murió en el exilio.

jueves, 23 de abril de 2009

Sant Jordi, fiesta de la (in)cultura


Ya he escrito alguna vez sobre lo profundamente patética que resulta esta Fiesta del Libro con la que los catalanes celebramos Sant Jordi. Hoy es el día en que es imposible acceder a una librería en todo el Principado, porque no cabe en ellas ni un alfiler; sin embargo mañana volverán a estar, como siempre, vacías. En la Rambla, atestada de paradas de libros y compradores, hoy no se puede dar un paso; todo el mundo compra "el libro", ése que además de ser en la mayoría de los casos el único que adquirirán en todo el año, muy pocos leerán.

Esta es la fiesta de la incultura, en la que se venden a porrillo best sellers y libros que en todo el año no volverán a tener salida. Los libreros lo saben bien (las ventas de hoy, en un solo día, representan entre un 20% y un 30% de su caja anual). En definitiva, si aman los libros, no gustan de las multitudes y están hoy en Barcelona o en cualquier otra población catalana, huyan como de la peste de las librerías y de las paradas de libros. La mayoría de librerías le harán mañana el famoso descuento del 10%, y gozará de la mayor tranquilidad para hojear libros a su placer.

Pero en fin, contradictorio como es el ser humano, y después de esta admonición, les facilito los títulos que he comprado en la Rambla a primera hora de la mañana, mientras aún estaban poniendo las paradas y antes de que llegara la marabunta:

- El honor de la República, de Ángel Viñas, editorial Crítica.
El volumen cierra la trilogía del profesor Viñas sobre la llamada guerra civil española, y lo hace reivindicando la figura y la obra de gobierno del doctor Juan Negrín, aquél presidente del Consejo de Ministros al que de haberle hecho caso ("resistir es vencer"), hubiéramos tenido a cambio "una Guerra Mundial en cinco meses" y luego "la cabeza del general Franco". En fin, que Franco habría terminado colgado de una farola en la plaza de Oriente, España hubiera sido una democracia desde 1945 y con seguridad nos habríamos beneficiado directamente del Plan Marshall. Ya ven.

- La rana viajera, de Julio Camba, editorial Alhena Media.
Camba fue un extraordinario periodista y casi mejor humorista, que escribió durante toda la primera mitad del siglo XX. Este es un librito de relatos breves y divertidos, que convierten en materia literaria viajes de su autor por Catalunya, Madrid, Galicia y el País Vasco de la época.

- Los Mur, masajistas del Barça, de Enric Banyeres, editorial La esfera de los libros.
Ustedes ya saben que odio el fútbol actual y aún odio más aquello en lo que se ha convertido el FC Barcelona. Por eso mismo les recomiendo este libro, que habla de una saga familiar de gente que es historia viva del fútbol catalán y español. Los Mur, padre e hijo, representaron una concepción del mundo del fútbol más cercana a la épica caballeresca medieval que al sucio negocio que en las últimas décadas ha llenado de porquería los estadios. Además, Ángel y Angelito Mur son de mi familia, de mi propia sangre. En mi casa se les honora, y se mantiene vivo su recuerdo a pesar de algunos pesares.

domingo, 22 de junio de 2008

Vuelve Negrín

Parece que la figura del doctor Juan Negrín será rehabilitada en el próximo Congreso del PSOE, imagino que con cierto disgusto de los "socialistas liberales", para quienes cuanto huela a "rojo" resulta despreciable, y la indiferencia garantizada de los socialistas fashion, a quienes Negrín y cualquier otra figura política de hace más de una década les parece contemporánea de los Reyes Católicos.

Negrín murió en 1956, con la pesadumbre de haber sido expulsado de su partido por quien fuera su amigo y mentor, Indalecio Prieto, y sobre todo por verlo férreamente controlado por la gente de éste. Prieto, que en los años más duros de la Guerra Fría fue el hombre de los norteamericanos en el PSOE y quien legó el partido a Rodolfo Llopis -un seguro peón de los servicios secretos norteamericanos, y un más que probable informador de los servicios franquistas; véase el caso de "El Ciclista"-, machacó a Negrín no tanto por su gestión al frente del Gobierno de la República -su fabulada entrega a la URSS y a los comunistas españoles-, sino por puros celos: el discípulo salió más aventajado que el maestro, y eso es algo que un ególatra como Prieto no podía permitir.

En cualquier caso, suena chocante que a estas alturas aún se ande discutiendo el papel de Juan Negrín como presidente del Gobierno y como dirigente socialista. Negrín ha gozado del dudoso honor de haber sido difamado a medias por sus enemigos fascistas y por una parte de sus propios compañeros de partido; nada más doloroso para un hombre cuya honestidad intelectual, rectitud de proceder y solvencia políticas hacen de él un gigante de la izquierda española y una figura señera del socialismo sin adjetivos.

Resulta asombroso que en tanto en el partido se sigue elogiando a un traidor como Julián Besteiro, pieza clave en el golpe de Estado del coronel Casado -la sublevación político-militar que rindió la República combatiente a los fascistas, entregando inermes a militares y civiles atrapados en la ratonera de la Zona Centro-, se haya permitido hasta fecha reciente que se calumniara a quien luchó denonadamente por el triunfo de los ideales republicanos. Pocas voces de altura le han defendido en el PSOE durante el medio siglo transcurrido desde su muerte.

Sin embargo, historiadores de prestigio como Ricardo Miralles (estupenda su biografía de Negrín, que creo haber recomendado aquí), Enrique Moradielos, Gabriel Jackson y Paul Preston, han contribuido a limpiar la imagen de Juan Negrín, devolviéndole su dimensión exacta como gobernante y como socialista. Según "El País", en noviembre el historiador Ángel Viñas publicará El honor de la República, "libro en el que, con documentación procedente de los archivos republicanos socialistas y soviéticos, contribuirá a desmontar la tesis extendida durante la guerra fría, letal para la imagen de Negrín, de que fue un agente al servicio de comunistas y soviéticos".

Por fin pues, va a haber justicia para Juan Negrín.

En la fotografía que ilustra este post Negrín aparece en el centro, con sombrero y gabardina blanca. A su izquierda, con sombrero y abrigo oscuro, camina el presidente Manuel Azaña. Detrás de Negrín hay un civil, que podría ser Rivas Cherif, cuñado de Azaña, y a su izquierda el general Miaja. Delante de Negrín y Azaña camina el coronel Sarabia, ayudante del presidente, y el militar a su lado podría ser el general Pozas.