lunes, 28 de diciembre de 2009

José María Bravo vuela para siempre en su Mosca


José María Bravo Fernández, el último gran 'as' de la República
El pasado 26 de diciembre murió a los 92 años José María Bravo Fernández, el as de ases de la aviación española de todos los tiempos. Se le considera el piloto de caza que ha logrado más derribos de aparatos enemigos en la historia de la Aeronáutica militar española.

Hijo de una familia de la burguesía ilustrada madrileña, José María Bravo se educó en la Institución Libre de Enseñanza. En 1936 José María era un joven ingeniero con alguna experiencia de vuelo, que al fracasar el golpe de Estado militar del 17 de julio y ser disuelto el Ejército rebelde por el Gobierno legítimo se presentó inmediatamente como voluntario para integrarse en las incipientes Fuerzas Aéreas de la República Española.

Bravo recibió formación como piloto de guerra en la URSS, y a su regreso a España pilotó el mítico Polikarpov I-16, llamado Mosca a causa de las iniciales que venían grabadas en ruso en las cajas que contenían las piezas desmontadas de los aeroplanos: "Movska", aludiendo a Moscú, donde eran fabricados. José María Bravo se convirtió rápidamente en la figura más relevante de la aviación gubernamental. Su liderazgo y carisma le llevaron a una fulgurante carrera militar, participando con sus escuadrillas de Moscas en las batallas de Levante y Ebro y en la retirada de Catalunya. A los 22 años fue nombrado jefe de la unidad aérea más importante de la aviación republicana. Se le reconocen 23 victorias individuales, 7 colectivas y 12 de escuadrilla.

Tras la derrota Bravo se exilió en Francia primero, donde estuvo detenido en el campo de concentración de Argèles sur Mer, y más tarde en la Unión Soviética, donde participó activamente en la lucha contra los invasores nazis, primero en una unidad guerrillera y luego como piloto de caza. En la URSS alcanzó el grado de teniente coronel. Años más tarde, en 1960, regresó a España.

En sus últimos años desplegó una gran labor en la Asociación de Aviadores de la República (ADAR). Entre otras actividades impulsó el rescate de un Mosca localizado en Nueva Zelanda, que fue adquirido y reconstruido en España bajo su supervisión por la Fundación aeronáutica Infante de Orleáns. Escribió un interesantísimo libro de memorias, "El Seis Doble", y en marzo de 2005 con 88 años, volvió a pilotar un Mosca. El gobierno español le reconoció hace unos años su grado de coronel del Ejército del Aire.

No en la tierra, sino entre nubes descansa ya nuestro mejor piloto.

En la fotografía, un asistente afeita a José María Bravo en un aeródromo desconocido, junto al aparato que pilotaba el as republicano (obsérvese el seis doble pintado en el timón de cola).


El aparato que AVENTURA EN LA TIERRA usa como distintivo es, precisamente, un Mosca como el que pilotara José María Bravo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Felices fiestas Joaquim, supongo que estar con tu madre será ya una fiesta tanto para ella como para ti. Que podais estar juntos muchísimos años.
Para mi son unos dias igual a otros, pero aprovecho para desear a mis amigos lo mejor dentro de este vaiven de cosas buenas y menos buenas que nos depara la vida.

Por cierto, ¿que significa el seis doble del MOSCA?.

Un fuerte abrazo
Marian

Joaquim dijo...

Felices fiestas también para tí, Marian, y para todos los amables lectores de AVENTURA EN LA TIERRA.

El seis doble era el distintivo de la escuadrilla de José María Bravo. Los pilotos de caza son gente supersticiosa y un poquico extravagante, y el seis doble se considera la mejor ficha del dominó; parece que además se le asocia a la salud y la suerte.

Otras escuadrillas de Moscas usaban como distintivo y mascota pintada un Mickey Mouse tal como aparece dibujado en su primer corto (vestido de marinero y llevando el timón de un barco de río), aunque el que quizá fue el más popular de todos era la imagen minifaldera de la Betty Boop, un simpático personaje de dibujos animados que hacía furor en aquellos años.

Los pilotos de la escuadrilla Alas Rojas, emplazada en el aeródromo de Sariñena (Huesca), tenían por costumbre celebrar los derribos de aparatos enemigos bebiendo a morro champagne francés de botellas confiscadas en las fincas de terratenientes cercanas a la base. Se dice también que algunos de ellos llegaron a pilotar y entrar en combate vestidos de frac; seguramente eran ropas también requisadas a ricachos locales.

En fin, ya digo que los pilotos eran gente diferente, a lo que contribuía seguramente la extrema juventud de la mayoría de ellos.

Anónimo dijo...

VIVA LA REPUBLICA !!!