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miércoles, 18 de marzo de 2009

Trabajar, duele


Trabajar, duele. Lo dice una noticia de "El Periódico de Catalunya" de hoy. "Cuatro de cada diez trabajadores catalanes --cerca de 1,4 millones- sufre algún tipo de dolor como consecuencia de su trabajo, principalmente en la espalda y la cabeza, según revela la última Encuesta Nacional de Condiciones de Trabajo". Supongo que los datos son extrapolables, y que los catalanes no somos especialmente propensos a desarrollar enfermades psicosomáticas relacionadas con el empleo; al menos, no es esa la fama que tenemos de puertas afuera de nuestra comunidad.

Pues estamos aviados. Ya sabíamos que el vivir mata, pero ahora resulta que trabajar jode físicamente. Y no sólo a quienes realizan trabajos pesados o de tipo manual, propios de lo que los sociólogos llaman "trabajadores no especializados". Según "El Periódico", entre los que más sufren "transtornos músculo-esqueléticos" se encuentran además de quienes trabajan en la cosntrucción, "quienes hacen asistencia sanitaria, educación y restauración; con edades entre 35 y 45 años. El 53% de los trabajadores tiene dolores de espalda". Visto lo cual, el que la espalda les duela a casi dos tercios de quienes realizan trabajos pesados, como nos informan a continuación, no debería sorprendernos mucho.

Luego están "los dependientes, peluqueros y trabajadores de la industria", cuya actividad laboral "implica una sobrecarga en los músculos de las piernas, la acumulación de tensión en el cuello, los hombros y la parte baja de la espalda, y la aparición de lumbalgia. Lo mismo ocurre entre aquellos que pasan la jornada laboral sentados, como las secretarias, los recepcionistas, los estudiantes y los conductores". O sea que ni Dios se libra, en el supuesto de que aquello a lo que el Altísimo consagra su eternidad pueda considerarse una actividad laboral normalizada.

Curioso de todos modos que aparezcan ahora estos datos sobre problemas acarreados por el trabajo a quienes tenemos la suerte de tener un empleo. Más que nada porque en plena crisis económica -o en pleno proceso de cambio de paradigma social, como le gusta decir a Josep Ramoneda- más de uno se daría con un canto en los dientes por seguir teniendo dolor de espalda provocado por las horas pasadas en el tajo. Y es que el paro es muy duro, bastante más que una lumbalgia más o menos bien llevada. Pero en fin, seguro que habrá quien con el finiquito en el bolsillo eche cuentas de los sinsabores y visitas a médicos que se va a ahorrar en adelante, sobre todo si es mayor de 40 años y no va a volver a trabajar en su vida aunque lo intente. El que no se consuela es porque no quiere.

sábado, 19 de enero de 2008

La Caixa se ríe del mundo


En las páginas de la edición catalana de EL PAIS de hoy aparece una noticia breve alucinante, que creo expresa a la perfección cómo están las cosas en eso que los culpables y los cursis llaman "el mercado de trabajo" actual.

Dice EL PAIS que la consejera de Trabajo de la Generalitat de Catalunya, Mar Serna, ha ratificado una sanción de 3.005,07 euros impuesta por la Inspección de Trabajo a La Caixa por (copio textualmente) "infracción muy grave en materia de obstrucción" de la tarea inspectora en materia de prevención de riesgos laborales, sanción que dio a conocer ayer el sindicato Comisiones Obreras.

El motivo de la "infracción muy grave" es según el sindicato haber obstruido una investigación oficial al no aportar La Caixa una documentación que le fue requerida hasta en tres ocasiones, a lo que fuentes de La Caixa consultadas por el diario respondieron que la entidad ha presentado un recurso por vía judicial contra esta resolución (faltaría más), a fin de "aclarar" qué inspección de Trabajo, la dependiente de la Generalitat o la estatal, es la competente en la materia.

O sea, que ya puestos, además de pretender ahorrarse los miserables 3.000 euros de la sanción, La Caixa se ríe de la Generalitat catalana, del ministerio de Trabajo español y del sumsum corda, respondiendo que no sabe quién de ellos es competente para sancionarles.

La documentación que se reclama a La Caixa incluye trivialidades tales como "el plan de emergencia de la entidad, la planificación de la actividad preventiva, la evaluación de riesgos en especialidades técnicas y planificación e integración en materia preventiva" (sic). Probablemente a La Caixa no le alcanza el presupuesto para encargar esos estudios.

A mí la noticia me da ganas de vomitar. No sé qué es más escandaloso, si que la principal entidad financiera del país y una de las primeras de Europa carezca de planes preventivos para sus empleados que merezcan ése nombre, su chulería a la hora de ningunear a las instituciones públicas que nos representan a todos (incluidos sus impositores), o la impotencia que demuestran éstas al imponerle una ridícula sanción de 3.000 euros por "infracción muy grave".

Lo único que falta ahora es que cuando los abogados de La Caixa se presenten ante el juez, declaren que la entidad es insolvente y que no puede afrontar la sanción.