
Oriol Pujol Ferrusola, híjisimo de Jordi Pujol Soley, ex presidente de la Generalitat de Catalunya, acaba de llamar al Gobierno catalán actual "casa de putas".
Los exabruptos del niñato de marras -que biológicamente ya está bastante crecidito, por más que su desarrollo neuronal parezca desmentirlo-, no son cosa nueva. Su arrogancia, chulería y mala educación, tan caras por otra parte a los "jóvenes lobos" del pujolismo, viene de lejos. El año pasado, sin ir más lejos, llamó al presidente Montilla "bèstia grossa", gran animal, en castellano. Ya entonces se negó a rectificar, cosa que volvió a hacer ayer mismo.
Los malos modos habituales entre estos ganapanes de la burguesía catalana, enriquecidos a la sombra de turbios negocios familiares -ahí está los casos de los hijos de Pujol, Jordi y Josep, el primero sumergido en escándalos notables de la mano de sórdidos empresarios, y el segundo socio nada menos que de Manuel Prado y Colón de Carvajal y Javier de la Rosa, y el de la propia madre del clan, Marta Ferrusola, la florista de Catalunya más afortunada en cuanto a contratos millonarios conseguidos-, son los propios de los nuevos ricachos que se creen con derecho de pernada sobre su país y sobre las gentes que lo habitan. Del propio presidente Jordi Pujol, amo y señor de Catalunya durante un cuarto de siglo, se recuerdan sus estrechas relaciones con dos delincuentes convictos y encarcelados: Javier de la Rosa -a quien Pujol proclamó en su día "modelo de empresario catalán"- y el juez delincuente Lluís Pasqual Estivill, quien en sus días de gloria fue vocal del Poder Judicial a propuesta y en representación de CiU.
En ese ambiente de desfachatez, dinero fácil y derecho de propiedad sobre el propio país como si fuera un cortijo heredado, ha crecido el niñato Oriol Pujol Ferrusola. No es extraño por tanto que piense en la Generalitat catalana como una "casa de putas", probablemente influido por el largo y corrupto tiempo en el que su padre fue administrador único del burdel: recuerden casos como Casinos de Catalunya, fondos de la Conselleria de Treball, Lluís Prenafeta, Josep Maria Cullell, las comisiones del 3% en la obra pública y tantos otros, algunos aún en tramitación judicial y pendientes de sentencia.
De lo que no cabe cabe la menor duda es de que Oriol Pujol Ferrusola hará algún día un excelente proxeneta de Catalunya, si logra cumplir su sueño y el de su clan familiar y llega a ser presidente de la Generalitat catalana. Maneras tiene, y el ejemplo lo ha mamado en casa.