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lunes, 31 de octubre de 2011

La impunidad de la extrema derecha española en Internet




La web del candidato socialista Alfredo Pérez Rubalcaba ha sido asaltada esta mañana. Supuestamente el acto de piratería informática ha sido obra de Anonymous, movimiento vinculado a la publicación en Internet de información secreta y reservada de diversos Estados, vinculado asimismo a los movimientos indignados en varios países. 

En realidad parece meridianamente claro que en el ataque nada tiene que ver Anonymous, y que estamos ante una clara provocación de inequívoco aroma a extrema derecha española, pues el mensaje que han dejado en la entrada de la página Rubalcaba.net reza: “Rubalcaba, la sombra del 11-M te persigue muy cerca: La forense del 11-M declara ante la juez que en los cadáveres no había metralla”. Ya se sabe que la conspiranoia en torno al 11-M es una de las obsesiones más queridas de la perrera mediática y del Partido Popular, y no necesariamente por este orden. El mensaje es tan estúpido y recalcitrante, que denuncia por sí solo a los autores.

Huelga decir que Anonymous se ha desvinculado inmediatamente del ataque mediante un comunicado a través de sus cuentas en Twitter.

Internet en España es terreno en el que campan a sus anchas los sayones de la extrema derecha política y mediática casi desde los inicios de la Red. Llama poderosamente la atención la laxitud e ineficacia con la que les enfrentan los encargados de protegernos de sus actos criminales, lo cual no hace sino alimentar las sospechas de que bien sea por dejadez en unos casos o por complicidad en otros, la presencia fascista más o menos vinculada al Partido Popular en el ciberespacio goza de absoluta patente de corso.

En otros países de nuestro entorno, "Estados de derecho" como supuestamente lo es el nuestro, esto no es así. Quizá porque sus jueces y policías tienen claro que insultar, difamar, acosar y amenazar en el espacio cibernético constituye un delito de idéntica gravedad a hacerlo en el mundo cotidiano. Visto lo que sucede en España, algún día les explicaré el consejo que me dio un abogado especialista en derechos civiles en relación a como tratar a uno de esos delincuentes acosadores, ante la ineficacia manifiesta de las denuncias tramitadas ante la policía. Les aseguro que resulta un método contundente y eficaz, aunque francamente poco ajustado a derecho.

En la imagen la web pirateada, con la frase introducida al pie.

viernes, 7 de mayo de 2010

Cuidado con Jazztel



En Internet los piratas no siempre llevan un parche en el ojo y un cuchillo entre los dientes. Los más dañinos suelen ir con traje y corbata, y algunos incluso cotizan en Bolsa. Les explicaré mi asombrosa experiencia con uno de ellos, una empresa cuyo nombre seguramente conocen: Jazztel.

Primer acto:

Jueves 6 de mayo, unos minutos antes de las 21h, hora española: tras llegar a casa, conecto el cable de alimentación eléctrica de mi equipo informático (tengo la costumbre de dejarlo desconectado cuando no estoy en mi domicilio). Como nunca apago el router, al enchufar el equipo éste se activa automáticamente.

Segundo acto:

Apenas he comenzado a navegar por Internet, suena el teléfono en la misma línea telefónica a la que está conectado mi router. Antes de descolgar el aparato sé exactamente quién me llama, porque hace meses que sucede así prácticamente a diario y sea cual sea la hora en la que me conecte a Internet: efectivamente, al otro lado del hilo telefónico hay una voz con acento sudamericano que con la falsa cordialidad acostumbrada, me llama por mi nombre y apellidos y me saluda en nombre de Jazztel.

Tercer acto:

Le dejo hablar para que se confíe. De repente le corto en seco, preguntándole cómo es que me está llamando en ese preciso momento, apenas acabo de conectarme a Internet, y por qué esto sucede un día tras otro. Silencio. Acuso a mi interlocutor de estar invadiendo mi intimidad seguramente a través de una práctica ilegal cual es intervenir una línea telefónica privada, porque estoy absolutamente convencido de que mi línea está pinchada por ellos, sea por Jazztel directamente o sea por una empresa contratada (un "call center") que trabaje para ellos. Finalmente le mando a la mierda, y cuelgo.

Cuarto acto:

Unos breves minutos después de esta conversación, mi conexión con Internet se corta. Reinicio el navegador, y no hay manera. Reseteo el PC, y tampoco se restablece. Lo apago, dejo pasar unos minutos y vuelvo a ponerlo en marcha. Nada, no tengo conexión. Sin embargo, no me extraña lo que está sucediendo. Sé que habrá de pasar un cuarto de hora o algo más antes de poder tener de nuevo acceso a Internet. ¿Que cómo lo sé? Pues porque esta es la tercera ocasión en los últimos meses en que tras mandar a la mierda a la voz que me ofrece las maravillas de Jazztel, mi conexión a Internet se corta de modo casi inmediato.

Quinto acto:

Llamo a Telefónica, mi proveedor de servicio, para ver qué se puede hacer. Después de hablar con 4 personas distintas de diferentes departamentos, finalmente me ofrecen bloquear las llamadas a mi número de teléfono que provengan de Jazztel. Acepto. Paralelamente toman nota de los indicios de que esta empresa o alguien relacionado con ella, está pinchando mi línea telefónica con continuidad y alevosía totales.

Conclusión:

En los próximos días sabré si las llamadas invasoras -y por consiguiente, el sabotaje de mi conexión a Internet en represalia por mis desplantes - proceden directamente o no de centros de trabajo de Jazztel, ya que:

1. Si proceden de Jazztel cesarán de inmediato, al haber bloqueado Telefónica su acceso a mi número.

2. Si proceden de un "call center" contratado por Jazztel (a menudo estas pseudoempresas están radicadas en América Latina, y son verdaderos campos de trabajo telemáticos que emplean auténticos esclavos), las llamadas se seguirán produciendo pues no les afectará el bloqueo del acceso de Jazztel a mi número telefónico.

En todo caso, parece evidente que hay indicios más que sobrados de que se está interviniendo e incluso saboteando una línea telefónica, la mía. No sé quién, pero alguien debería tomar cartas en el asunto.