martes, 22 de junio de 2010

Soberanismo catalán, el enano menguante


La celebración el pasado fin de semana de la cuarta oleada de referéndums "soberanistas" no vinculantes en Catalunya se saldó con un nuevo y aumentado fiasco. Para mayor inri, esta tanda de consultas afectaba por primera vez a la población del Área Metropolitana de Barcelona, territorio catalán que además de ser de largo el más poblado es el sitio donde los nacionalistas catalanes en todas su versiones sacan globalmente sus peores resultados.

Apenas un 14% de los teóricamente llamados a las urnas acudieron a dipositar su voto; de casi medio millón de potenciales votantes, votaron finalmente unos 70.000. Por primera vez además, en relación a las cuatro consultas anteriores, se registró cierta presencia del "no", opción por la que se inclinó alrededor de un 7'5% de los votantes.

Los porcentajes de votación en las anteriores consultas fueron el 27% en diciembre de 2010; el 21 % en febrero de este año; el 17% en abril, y ahora, el 14%. El declive del invento parece inexorable.

Por municipios, en Cornellà ha votado el 10% del censo, en Esplugues de Llobregat el 6%, y en Sant Boi y Sant Feliu el 9% en cada población. En el conjunto del Baix Llobregat, la comarca más densamente poblada tras el Barcelonés, votó el 8'5%. Alrededor del 10% de los votantes lo hizo por el "no". Sus mejores resultados los obtuvieron los convocantes en la ciudad de Mataró, donde se acercó a las urnas un 23% de los potenciales votantes.

Como ya decía en un post anterior, el descalabro era perfectamente previsible, en la medida de que el antaño llamado Cinturón Rojo barcelonés no es precisamente terreno abonado para esta clase de aventuras. A ello hay que sumar el desgaste progresivo sufrido por la acumulación de fracasos en las anteriores tandas de consultas, y la fragmentación y las peleas entre los promotores. Aún así Uriel Bertran, diputado de ERC y uno de los impulsores de las consultas, ha tenido el valor de declarar que en esta ocasión "Hemos dinamitado el Cinturón Rojo", según recogía ayer El País en su edición de Catalunya.

Al entusiasta señor Bertran le traiciona el subconsciente, aunque sea poco original. Lo de dinamitar el Cinturón Rojo ya lo intentó a su manera el conseller de Interior de la Generalitat catalana en los años treinta, el señor Josep Dencàs (ERC), el mismo que en octubre de 1934 buscó y consiguió asilo político en los amorosos brazos de Benito Mussolini, contratando bandas de pistoleros que asesinaban trabajadores. Mucho más sensato, o al menos más puesto con los pies en la tierra, el señor Artur Mas (CiU), declaró inmediatamente que "Catalunya no está madura para un referéndum". O sea que las uvas no están maduras, viaje para el cual ciertamente no hacían falta semejantes alforjas; está claro que ni siquiera una mayoría de nacionalistas se ha acercado a votar en los referéndums promovidos por el señor Uriel Bertran y sus más o menos amigos que los impulsan.

No hay que ser augur titulado para asegurarles nuevos fracasos más rotundos si cabe, si los promotores insisten en prolongar su propuesta. A todos los argumentos políticos, sociales y culturales que se les ocurran en ese sentido, que son muchos y poderosos, súmenle uno determinante: la crisis económica y social que tenemos encima. Os obvio que en tiempos de crisis, cuando la gente tiene cosas importantes ocupando su cabeza (el paro, la pérdida de poder adquisitivo, el futuro de sus familias...), no está para tonterías.

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