jueves, 2 de febrero de 2012

Querido Fabián Estapé, gracias




Ha muerto a los 88 años el profesor Fabián Estapé, quizá el único economista nacido en España que haya merecido tal nombre desde que un tal Laureà Figuerola, ministro de Economía durante la Restauración y persona por quien Estapé sentía gran respeto, inventara la peseta hace siglo y medio como "euro español" de la época, acabando de paso con las monedas regionales y las barreras arancelarias interiores.

La trayectoria de Fabián Estapé resulta curiosa en extremo. En los años cincuenta y sesenta fue ni más ni menos que el alma del Desarrollismo, aquél intento del Estado franquista de sacar a España del marasmo de la autarquía e iniciar el despegue económico que protagonizarían los llamados "tecnócratas", presuntos expertos en diversas ciencias de administración de la cosa pública que se pretendían neutros políticamente aunque la mayoría eran miembros del Opus Dei, y todos franquistas hasta la médula. Estapé fue Comisario del Plan de Desarrollo a la sombra del almirante Carrero Blanco y a las órdenes directas de Laureano López Rodó, y a pesar de que más tarde explicaría que nunca se sintió parte del régimen, realmente tuvo un papel decisivo en el encauzamiento de éste hacia un capitalismo moderno centrado en el desarrollo industrial. Para ello Estapé se fijó en modelos aparentemente nada relacionados con la esencia del franquismo, cuales eran los famosos planes quinquenales soviéticos, y en aportaciones fundamentales del capitalismo avanzado de la época, como la planificación del trabajo por objetivos y el impulso conjunto a la producción y el consumo como eje central de la política económica del Estado, algo que por cierto vuelve a estar de plena actualidad en esta Europa de austeridad y marcha atrás suicidas.

En los años setenta Fabián Estapé abandona la colaboración con el régimen y se refugia en sus clases en la Universidad de Barcelona, siendo sucesivamente decano de Económicas y más tarde rector de esa Universidad.  Durante la transición algunos sectores estudiantiles le identificaron como una especie de icono universitario del franquismo, de tal manera que en una ocasión un grupo de extremistas asaltaron su despacho y le volcaron encima un bote grande de pintura (creo que roja) y a punto estuvieron de tirarlo por la ventana, cosa que algunos más sensatos o menos fumados que el resto lograron impedir a tiempo.

A partir de esos años primeros de la Transición, Estapé comenzó a experimentar un giro en su pensamiento político y económico que le llevó a radicalizar progresivamente sus posiciones hacia la izquierda de modo que en sus últimos años productivos se convirtió junto con otro profesor catalán, Vicenç Navarro, en el exponente máximo del pensamiento de un socialismo de izquierdas español riguroso intelectualmente y por ello enfrentado tanto al capitalismo rampante de los neoliberales como a la socialdemocracia vergonzante de las izquierdas parlamentarias. Aunque a primera vista la suya pueda parecer una evolución ideológica abrupta, existe sin duda un hilo intelectual conductor coherente entre lo que propugnaba el Fabián Estapé preocupado por la modernización de los aparatos productivos públicos y privados en los años sesenta  y setenta,  y sus planteamientos de desarrollo y bienestar para todos en el marco de una economía socialista planificada al servicio de los ciudadanos, que rescata a la economía política al uso contemporáneo de su papel legitimador de la explotación  colectiva bien sea por unos pocos capitalistas cada vez más avarientos según el modelo occidental o bien por la burguesía de Estado usufructuaria del poder según el modelo soviético. En ese contexto general de apuesta por la modernización y la eficiencia, no es extraño que el profesor Estapé sintiera un gran respeto por Felipe González y la labor realizada por sus gobiernos en los primeros años ochenta. 

Más tarde, ya en los años noventa, Fabián Estapé se convirtió en un referente intelectual de primer orden, haciendo pedagogía (ignorada por partidos y sindicatos, por supuesto) desde los medios de comunicación en cuantas oportunidades se le ofrecían. Difundió la obra de pensadores y hombres de acción tan fundamentales para la salud económica de un país como J.K. Galbraith y J.M. Keynes, personajes por quienes sentía una gran admiración y cuyos planteamientos actualizó y escoró más a la izquierda. Inolvidable su participación en un programa divulgativo en la Cadena Ser que se llamaba "La calle del dinero", dirigido por Francesc Valls y con Ernest Lluch, su discípulo preferido, como la otra voz de aquella excepcional tertulia, en la que durante años tanto aprendimos algunos a la hora de la comida. 

En aquellos años, al mordaz y brillante profesor Estapé le sacaba de sus casillas la política económica (por llamarla de algún modo) del gobierno Aznar, y no dejaba ocasión de machacar a Rodrigo Rato, entonces todopoderoso superministro económico en aquél gobierno de rancios derechistas. De Rato decía, recuerdo, que qué se podía esperar de un tipo cuya primera actuación en el mundo de la economía fue hundir una pequeña empresa familiar de embotellamiento de aguas minerales centenaria al poco tiempo de haber sido nombrado presidente de aquella. Una maldad de calibre mayor la explicó  Estapé también en una de esas tertulias, al referir que durante el banquete de bodas entre Cristina de Borbón e Iñaki Urdangarín, la Infanta le preguntó su opinión acerca del regalo que Rato les había hecho a los contrayentes: un millón de pesetas en títulos de Deuda del Estado, contenidos en el interior de un pequeño cofre de madera. Sarcástico como siempre, Estapé contestó: "Señora, conserve la caja, que es  madera de calidad, y tire los papeles de dentro, porque no valen nada".

En otra ocasión, y siendo rector de la Universidad de Barcelona durante el tardofranquismo, la policía apaleó brutalmente a estudiantes encerrados en el interior del recinto universitario y de pasó dejó desmochado a golpes a un anciano profesor que tuvo la desgracia de pasar por allí mientras aquellos animales hacían su inicuo trabajo. Estapé cogió el teléfono y llamó a Rodolfo Martín Villa, gobernador civil y jefe provincial del Movimiento de Barcelona, con quien a pesar de todo mantenía una sólida amistad, y tras reprocharle el asunto le pidió que los antidisturbios se fijaran más a la hora de repartir porrazos, a lo que Martín Villa le replicó: "¿y qué quieres? si fueran inteligentes, no serían policías".

Anécdotas como esta las hay a decenas en sus memorias "De tots colors", libro del que creo hay traducción al castellano y que vale la pena leer para aprender y divertirse.

En la imagen que ilustra el post, el profesor Fabián Estapé.

4 comentarios:

Celemin dijo...

Que su memoria sea eterna...

Anónimo dijo...

Como siempre interesante y muy bien estructurado el contenido
Aunque no entiendo de economía sí que se despiertan algunos de mis recuerdos entre los años sesenta,setenta, que citas y los tiempos actuales con los correspondientes protagonistas.
Además de aquellos planes de desarrollo del tardofranquismo, no puedo olvidar aquel plan del PIO (Principio de Igualdad de oportunidades) gracias al cual no pocos "pobres" pudimos acceder, en lo que fue posible, al mundo de la cultura(Vert está en las antípodas).
No toda evolución del pensamiento en la vida humana sigue el mismo sentido.
Martín Villa o Fraga no siguieron los mismos pasos.
Gracias por mostrarnos la semblanza del profesor Estapé.
Proust.

Anónimo dijo...

Por cierto, ¿ pidió perdón en alguna ocasión por su colaboración con el regimen dictatorial ? Si, ya se que no firmó penas de muerte, pero colaboró estrechamente ( luego, defenduí ) el franquismo.

Joaquim dijo...

"Anónimo", lo que dices es mear con ganas fuera de tiesto.

Estapé se ocupó en áreas de política económica y en la docencia, y no tuvo ningún papel en la represión asesina como sí lo tuvieron Fraga Iribarne, Utrera Molina, o Martín Villa según la anécdota relatada, sin ir más lejos.

Por ese procedimiento tuyo de poner en marcha el ventilador y extender la mierda cabría inculpar desde los conserjes de los Ministerios hasta quienes hicieron el servicio militar durante el franquismo, y me temo que tu intención es más bien disculpar a los asesinos y no extender la responsabilidad por los crímenes cometidos por Franco y sicarios. No cuela, chico.