jueves, 30 de diciembre de 2010

Oligarquía y sociovergencia en Catalunya



El regreso del poder político en Catalunya a sus amos de siempre, la oligarquía local, se ha producido con esa exquisita ausencia de incidentes reseñables que hicieron famoso el otrora llamado "oasis catalán", y que aquí sabemos más fruto del anestesiamiento en que viven las clases populares y trabajadoras catalanas que de una "civilidad" encarnada por una burguesía rapaz como pocas, cuyos verdaderos valores se muestran en el saqueo sin escrúpulos de uno de sus tótems tribales, el Palau de la Música Catalana.

La asunción de poderes por CiU ha sido por tanto un proceso tan breve y fino como cabía esperar, en un país en el que sus élites acostumbran a manejar más la daga florentina que la cimitarra sarracena en la resolución de sus disputas. El Tripartito se ha ido sin hacer ruido, y nadie parece echarle de menos por el momento. Tiempo habrá.

El gobierno que ha formado el señor Artur Mas -un consejo al que con su fanfarronería habitual calificó como "el gobierno de los mejores" aún antes de tener cerrada la lista de quienes lo componen-, ha resultado un apaño a varias bandas entre sectores de la "sociedad civil catalana" es decir, de la burguesía oligárquica local. Junto a los viejos pujolistas enfangados en el Sector Negocis de CDC, el partido de Jordi Pujol, sobrevivientes a los sucesivos escándalos financieros que azotan el pujolismo desde los tiempos de Banca Catalana, se alinean jóvenes cachorros que ostentan apellidos históricos convergentes pero que en su mayoría se organizan tras el príncipe heredero de Pujol, su hijo Oriol Pujol Ferrusola, ungido portavoz de CiU en el Parlament catalán, gente para la cual Artur Mas no es más que una especie de regente a la espera de que al príncipe Oriol le llegue el momento de sentar sus posaderas en el trono; se podría decir que a Mas le tienen en libertad vigilada. Finalmente el ya president de la Generalitat cuenta con un grupo de adictos e "independientes" que le deben el cargo directamente a él, y que por tanto serán su sostén (probablemente el único) en las duras batallas internas que se preveen.

Entre los personajes que forman este gobierno, esencialmente revanchista en materia política, económica y social, figuran individuos tan infames como el "soberanista" Felip Puig, flamante conseller de Interior, un fanático xenófobo y racista que llega dando: ya ha anunciado que, "a fin de prestigiar a los Mossos d'Esquadra" (sic), de inmediato se van a retirar las cámaras que vigilan el interior de sus comisarías y que será asimismo abolido el código de conducta para la policía catalana, ambas medidas dictadas por el Tripartito para controlar comportamientos indeseables en ese cuerpo policial. No se queda a la zaga desde luego el nuevo responsable de la Sanidad pública catalana, cargo para el que Mas ha nombrado... ¡al presidente de la patronal sanitaria privada! Este caballero ya se ha asomado en repetidas ocasiones a los medios con propuestas tan destructoras como que los pacientes paguen el menú que consumen durante sus ingresos hospitalarios, las medicinas que allí se les suministran y el transporte en ambulancias. Un genio, el conseller de Sanidad. En Economía le han colocado a Mas a un señor catedrático de pura ortodoxia neoliberal; de todos modos ése es un departamento que podrían suprimir sin que se notara mucho, dado que quienes verdaderamente dirigen la economía de este y de cualquier otro país en nuestro hemisferio jamás pondrán los pies en los despachos de la Generalitat de Catalunya.

Quizá el nombramiento más sorprendente para sentimentales y gente poca avisada en general ha sido el del ¡todavía! miembro del PSC, Ferran Mascarell como conseller de Cultura, en un modesto remedo un tanto esperpéntico de la "abertura a la izquierda" de Sarkozy cuando llegó a la presidencia francesa. Ya sé que la comparación entre la Administración francesa y el gobiernito de la Generalitat de Catalunya provoca risa, pero así de provinciano es el nacionalismo catalán, siempre buscando referentes fuera de la Península Ibérica. A Mascarell le han dicho de todo, y en general sin razón. Que este señor es un ambicioso trepador político y social ya lo dejó claro en su breve y fulgurante carrera política, repartida entre el Ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat de Catalunya. Mascarell fue un buen técnico y un desastroso político, un personaje por lo demás enfeudado desde siempre al sector chauvinista de las industrias culturales catalanas, del que evidentemente es arte, parte e ideólogo; no por otra cosa lo ha fichado/comprado Artur Mas. Que hasta 24 horas antes de aceptar la cartera que le ofrecía Mas estuviera peleando Mascarell por lograr la cabeza de lista del PSC al Ayuntamiento de Barcelona, da una idea cabal de la pasta humana y política de la que está hecha esta gente, que se tiene a sí misma por la crème de la crème de Catalunya. Con todo, hay que decir en favor suyo que finalmente Mascarell ha sido coherente yéndose a formar parte de un gobierno de la derecha oligarca catalana, él, un "socialista", que ni siquiera se ha molestado en devolver el carnet del partido; es alucinante que la dirección del PSC no se haya atrevido a echarlo a patadas ni siquiera después de la toma de posesión como conseller (con lo cual tenemos técnicamente en estos momentos un gobierno de Catalunya en coalición entre CiU y el PSC) .La lástima en fin, es que Mascarell se haya ido solo y no se haya llevado consigo un buen puñado de los "catalanistas" que siguen acampando en los órganos de dirección del PSC; así de paso, inspirados por el gesto, los "españolistas" del partido podrían tomar ejemplo y comenzar a emigrar hacia su espacio político natural, el PP triunfante que se avecina.

El término sociovergencia designa ese espacio político-social de encuentro entre burgueses catalanes que comparten el mismo "modelo" de país y por supuesto, el mismo amor por la supuestamente según ellos intocable "economía de mercado". Sería pues bueno que como digo, cunda el ejemplo y en el PSC y en las otras organizaciones de izquierda catalanas empiece a desfilar gente hacia los jugosos prados del neopujolismo reconstituido. En definitiva que la gente como Ferran Mascarell sea políticamente coherente por primera vez en su vida, y actúe en consecuencia.

En la imagen, Artur Mas celebra con su mujer la victoria de CiU en las pasadas elecciones autonómicas catalanas.

1 comentario:

Joaquim dijo...

Para el valeroso "socialista" que defiende (anónimamente, por supuesto) el presunto honor perdido de Felip Puig. Que le aproveche:

FELIP PUIG, UN RATÓN RACISTA Y CLASISTA:
http://aventuraenlatierra.blogspot.com/2007/08/felip-puig-un-ratn-racista-y-clasista.html