Dice El País de hoy que el cura Santiago Gómez Sierra ha sido nombrado obispo auxiliar de Sevilla, evidentemente con el plácet del Papa o de su delegado directo para estos menesteres.; es sabido que los nombramientos en el seno de la Santa Madre Iglesia Católica Apostólica y Romana se producen no por elección ni oposición, sino directamente vía el santo dedo. ¿Bueno, y a nosotros, qué? dirán mis amables lectores, ateos o creyentes ¿a qué viene traer a colación el nombramiento de un obispo en España? ¡Será por obispos en este país!. No se impacienten, lo resumiré en un momento.
Resulta que el cura Santiago Gómez Sierra no es un cura cualquiera. El páter Gómez Sierra presidía Cajasur, la entidad financiera administrada -es un decir- por el Cabildo catedralicio cordobés, intervenida por el Banco de España a mediados de 2010 y vendida luego en subasta a la vasca BBK como consecuencia de la ruina a la que la llevaron sus gestores de años. Si en un principio las pérdidas generadas se creía que sumaban unos 200 millones de euros, apenas seis meses después y una vez revisadas las cuentas por los nuevos propietarios se calculan en casi 1.000 millones de euros y subiendo.
Las razones de semejante agujero radican en el saqueo de fondos llevado a cabo por los curas gestores -recuerden que según los informes de los organismos de intervención, llegaron a autoasignarse suculentas dietas por asistir a oficios religiosos-, y la continuidad de la concesión de créditos/regalo a conocidos gánsters del ladrillo de la costa andaluza cuando hacía muchos meses que ya había estallado la burbuja inmobiliaria española. Como resultado de tan brillante gestión, dice el diario madrileño, "Gómez Sierra, junto al anterior presidente de Cajasur (Juan Moreno) y otros 38 miembros de los dos últimos Consejos de Administración se encuentran expedientados por el Banco de España, que les acusa de tres faltas muy graves y una grave, con sanciones de hasta 150.000 euros y de penas de inhabilitación". En realidad todo esto debería tener una concreción judicial por la vía penal, lo contrario abre expectativas muy razonables sobre aquel viejo dicho que afirma que la forma más segura e impune de robar un banco es hacerlo desde dentro en lugar de atracarlo desde fuera.
Y sin embargo, ahí tienen al cura Gómez Sierra, convertido por el Vaticano en obispo en la tierra de María Santísima. En Francia o Alemania ya estaría en la cárcel, y eso que allí también hay católicos. La explicación de este hecho diferencial español tal vez resida en que el nombramiento, según el comunicado oficial al que remite El País, "proviene de la mano de Dios". Y es que al parecer a Dios le tienen al pairo fruslerías como la honradez de su curas españoles: qué tío, Dios. O quienes dicen hablar en su nombre, claro.
Uno, que es un descreído como ustedes ya se habrán barruntado, empieza a atar cabos cuando finalmente se entera de que el actual arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo, el que en definitiva ha promocionado a Gómez Sierra llevándoselo a su vera, era el titular de la diócesis de Córdoba mientras Gómez Sierra y sus compinches del cabildo catedralicio arrasaban Cajasur. Vamos, que el arzobispo Asenjo era el jefe de Gómez Sierra en Córdoba en el orden eclesiástico, y por tanto también en cuanto gestor de Cajasur, ya que ésta era una institución directamente administrada por la Iglesia cordobesa. Como dice El País, "ya están juntos, otra vez, jefe y empleado". Convertido en obispo Gómez Sierra, su ascenso en la jerarquía le asegura la impunidad por los escasamente presuntos delitos que cabe atribuirle a la vista de la catástrofe de Cajasur. Omertá absoluta: la Santa Mafia continúa pues funcionando a todo vapor en pleno siglo XXI.
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