La sesión del Congreso de los Diputados de ayer ha sido uno de los momentos más indecentes de la historia parlamentaria española. El enjuague entre el actual (y moribundo) Gobierno español y el Partido Popular, viene a culminar la sucesión de disparates a la que se ha entregado el Gobierno Zapatero en su afán de demostrar a los "mercados" que es más papista que el Papa.
Las "soluciones" ultra-neoliberales del equipo de Economía, encabezado por la inefable Elena Salgado, no solo han agravado la crisis en España en la medida en que le ha cercenado al Estado su capacidad de intervención directa en el enderezamiento de la situación económica, política suicida donde las haya en estos momentos, sino que son un escándalo en sí mismas por su pura irracionalidad. Algunos ejemplos:
Se prohíbe al Estado invertir, precisamente cuando la famosa "iniciativa privada" (empresarios y financieros) prefiere esconder su dinero en paraísos fiscales o invertirlo en "economías emergentes", donde el trabajo esclavo siga multiplicando sus desmesurados beneficios.
Se niegan a cobrar impuestos a quienes ha acumulado fortunas fabulosas en los años de bonanza, haciendo recaer en exclusiva el sostenimiento financiero del Estado, y por tanto de los servicios públicos, sobre las cada vez más menguadas rentas del trabajo asalariado.
Se saquean las nóminas de funcionarios y jubilados supuestamente porque no hay otros ingresos de los que echar mano, mientras se malversan anualmente miles de millones de euros entregados a la Iglesia católica y sus organizaciones satélites.
Se acumula una deuda de veintiséis mil millones de euros en material militar adquirido para el Ejército en la última década, juguetes absolutamente innecesarios para la "defensa" de este país tal como reconoció recientemente Constantino Méndez, número dos del Ministerio de la Guerra y otros humanitarismos: "No deberíamos haber adquirido sistemas [de armas] que no vamos a utilizar, para escenarios de confrontación que no existen y, lo que es más grave, con un dinero que no teníamos entonces ni tenemos ahora” (El País, 12-8-2011). Millones de euros se malgastan cada mes en el sostenimiento de "misiones internacionales" del Ejército español en países donde los únicos intereses que se defiende son los imperiales norteamericanos.
Se mendiga al Banco Central Europeo que adquiera deuda pública española para que no caiga en manos de especuladores a sueldo de la Reserva Federal de los EEUU, pero al tiempo se autoriza a las Comunidades autónomas a seguir emitiendo deuda pública por su cuenta, que a falta de otros compradores es adquirida con los ahorros de todos los ciudadanos por las entidades financieras "de confianza" (Cajas de Ahorros) de los respectivos Gobiernos autonómicos.
Se privatizan las Cajas de Ahorro en una operación que ha lanzado al Casino bursátil español los ahorros de la mayoría de los españoles asalariados y pensionistas, el último dinero real y tangible que quedaba en España, de un modo tan improvisado y chapucero que las acciones de las nuevas/viejas entidades financieras han tenido que ser compradas prácticamente en su totalidad por los propios bancos avalistas (en el caso de Bankia/Caja Madrid, por Morgan y Crèdit Suisse), con lo cual los propietarios de las Cajas de Ahorros españolas son ahora precisamente las entidades bancarias internacionales que llevan años trabajando denodadamente por arruinar el sistema económico español y europeo.
En definitiva, tenemos un Gobierno que está dejando sin trabajo que hacer a los economistas de la escuela de Chicago (en la doble acepción del término: escuela económica y modelo gansteril) que si se cumplen las previsiones, manejarán este país en breve una vez el partido de la derecha franquista española, el PP, haya retornado al poder en noviembre próximo. Y todo ello apenas a dos meses de unas elecciones en las que Zapatero ni se presenta como diputado, y tras las que la mayoría de sus colaboradores económicos deberían si tuvieran vergüenza buscarse otro país donde vivir. ¿A qué estas prisas entonces por hacer algo que de todos modos se hará en unas semanas? ¿tan insaciables son los inductores, que quieren el bocado para ya mismo?
Dicen que Trichet, el presidente del Banco Central Europeo, ha obligado a Zapatero a la "modificación constitucional" que pone fuera de la ley el déficit público, es decir la posibilidad siquiera de que el Estado pueda seguir haciendo frente a la factura de los servicios públicos sin subir los impuestos ni cobrárselos a los ricos, como condición para que el BCE siga comprando deuda pública española. Zapatero ha vuelto pues a bajarse los pantalones en vez de dimitir o pegarse un tiro, que es lo que hubiera hecho alguien realmente de izquierdas y con conciencia de sus actos.
Mientras, el Gobierno de derechas francés aprueba un aumento del déficit público en ese país, y en la misma Francia y en Alemania decenas de multimillonarios firman cartas colectivas pidiendo que se suban los impuestos a los más ricos. Solo el Gobierno español mantiene que los ricos no tienen por qué pagar impuestos, y que la mejor manera de mantener los servicios públicos es dejarlos sin financiación. De paso, Zapatero acaba de abrasar cualquier posibilidad de que Rubalcaba gane las próximas elecciones, y hasta de regenerar el PSOE a partir de la incipiente conexión con las reivindicaciones de los grupos de perjudicados por esta hecatombe en marcha. El clima social sigue naturalmente degradándose -¿y qué otra cosa cabe esperar si el paro crece sin tasa, se destruyen los servicios públicos de modo calculado y el futuro ya casi presente es la pura ley de la selva?-, y la respuesta de los poderes públicos es la de siempre: más policía y más represión.
Un dato que facilitaba ayer el propio ministro de Trabajo, Valeriano Gómez: en agosto miles de empresas despiden a sus trabajadores, para volver a contratarlos en septiembre. ¿Por qué? Pues porque así se libran de pagarles las vacaciones y se benefician fiscalmente luego por la recontratación.
La verdad es que cuando lleguen los de Chicago se lo van a encontrar todo hecho.
En la imagen que ilustra el post, un grupo de economistas neoliberales preparándose para una reunión con responsables económicos de un gobierno europeo.
2 comentarios:
Si Joaquim, gran artíulo basado en la realidad de lo que está sucediendo.
Me alegra poder leer todo lo que yo pienso pero dicho de forma inteligente y documentada.
Gracias
Marian
Llevan milenios llevándoselo to, sin escrúpulos, sin decencia, sin compasión por el que no puede llegar a final de mes, apretando a los más que menos tienen y favoreciendo a los que más tienen, aunque sean los menos.
En el 78 se repartieron las tierras del reino español, entre el rey y sus familias, los duques condes y demás allegados, los que ganaron nuestra guerra fratricida, la iglesia, colaboradora con el nazismo mientras arrasaban Guernica, (siempre y cuando los rojos no pusieran los pies en nuestra España), la banca y por ende todos los partidos políticos que participaron en nuestra carta magna, excluyendo y exiliando a republicanos, “maricones”, y gente de “mal vivir” según los intereses del régimen.
Nosotros somos los hijos de esos mismos que lo padecieron y que se tiraron 40 años sufriendo al fascismo. hoy en día esta todo tan chungo como entonces, aquí quedaron los que ganaron y a los que perdieron no se le dejaran ni enterrar decentemente a sus familiares que cayeron defendiendo sus ideales legitimados en las urnas por el resto del país. Donde la fuerza económica liderada por los banqueros (ladrones, deshonestos), ha derrotado a todas las demás.
Desde el 78 al 2011 ya deberíamos de haber montado 15M por doquier, pero el pan y el circo siempre nos ha entretenido. no nos dieron pacto en educación. la iglesia sigue metida en donde no debe con el beneplácito del resto de interventores que debían evitarlo. las listas cerradas para que no entren indeseable al sistema. la policía con más poder y menos conocimiento en general de todo lo que interesa a los que golpean indebidamente. corrupción y favoritismos a todos los niveles y prácticamente en todas las instituciones ( y sálvese quien pueda). Esta es nuestra realidad con reformas constitucionales o sin ellas.
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