La semana pasada, la policía marroquí realizó un registro domiciliario en el piso de la joven periodista Zineb El Rhazoui. Luego la condujeron a comisaría en compañía de Alí Amar, otro periodista a quien hallaron en casa de Zineb.
La irrupción de una tropa formada por dos altos cargos policiales y 15 agentes en el domicilio de Zineb, se realizó por el acreditado sistema de la patada en la puerta. A partir de ahí, el registro policial se convirtió en una comedia bufa, de corte abiertamente surrealista. Para empezar, los policías intentaron convencer a los dos asaltados de que se dejaran tomar unas fotos tumbados en la cama, además de hurgar en la videoteca de Zineb por si atesoraba vídeos pornográficos. Fracasados los intentos de llevar el asunto por la vía del sexo culpable, los policías ensayaron la del atentado contra las honestas costumbres del islam, requisando dos botellas vacías de vino tinto que al parecer habían consumido Zineb y su colega, y una pastilla de baño efervescente marca Sephora que los avispados policías tomaron por un preservativo, otro elemento maldito para la moral religioso-policial marroquí (como ven, en materia de costumbres cavernarias en todas partes cuecen habas, no crean que la estupidez extrema se limita a los jerarcas de la Iglesia católica española). Para completar tan suculento botín, los brillantes investigadores requisaron el material periodístico de los dos jóvenes ,y se llevaron de paso un ordenador del que dicen tener una denuncia de haber sido robado por Alí Amar. En comisaría ambos periodistas fueron interrogados durante horas aunque sin sufrir violencia física, y finalmente fueron puestos en libertad con la condición de presentarse este sábado pasado en la prefectura de policía de Casablanca.
Los que ya tenemos algunos años y vivimos los tiempos de Franco y los inicios de la Transición, recordamos perfectamente esta clase de registros e interrogatorios en los que se mezclaba la política y las costumbres del interrogado, en un intento de desacreditarlo a la luz de las creencias sociales reaccionarias supuestamente compartidas por la mayoría de la población; cambien las botellas de vino confiscadas por cigarrillos de marihuana y mantengan el preservativo y los escritos subversivos, y ya tienen el decomiso clásico de un "brillante servicio" de la policía franquista en tiempos de la dictadura.
Lo divertido con todo, es la cara que deben poner los polis marroquíes ante el desparpajo de esta chavala.... Igual que sucedía en España en aquellos años cuando los esbirros de Franco atrapaban a algunas compañeras ¿recuerdan?. Y es que los tiempos cambian, pero las policías represivas permanecen idénticas a sí mismas en cualquier rincón del mundo.
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