Lanzado ya por la pendiente, Delgado vuelve a citar textualmente a Bohigas: "La pobre y alegre barraca es una solución más humana, una solución mejor planteada urbanística, arquitectónica y éticamente" que los monstruos mastodónticos y desangelados"(...). Y acababa, plañidero:"No las destruyamos (las barracas), por favor, si no es para superarlas" Por su parte Delgado nos informa de que si las barracas fueron suprimidas "no fue para superarlas, sino para arrebatarle a las clases populares lo que les quedaba de control sobre su propia vida cotidiana", para añadir luego que "a lo largo de la primera mitad del siglo XX la posibilidad de obtener un techo bajo el que vivir quedaba garantizada al menos por el recurso a levantarse uno su propia barraca donde fuera". Un derecho que evidentemente olvidaron de de recoger la Carta Universal de los Derechos Humanos, la Constitución española de 1978 y el Estatut de Catalunya de 1979.
La traca final del artículo de Delgado se dispara amparada bajo las siglas del Fomento de las Artes Decorativas (FAD) -otra burguesísima institución barcelonesa, empeñada ésta en la defensa del "diseño" por encima de todas las cosas-, que al parecer en 2003 promovió "una serie de actividades acerca de la vivienda de emergencia bajo el epígrafe de Barraca Barcelona". La cosa parece que iba de "activismo antiespeculación" y de "reconocer en las barracas valores positivos vigentes. Hoy los jóvenes, los mayores, los inmigrantes, los nuevos y viejos sectores sociales fragilizados, merecerían que se les permitiera reunir fuerzas y materiales con los que hacer surgir nuevos barrios de barracas. De la mano de esas humildes construcciones les sería dado a los débiles conquistar, ahora, por su cuenta, ese derecho al hogar que las leyes les prometen, pero que los poderes les niegan".
Como pueden comprobar, la burguesía barcelonesa -en la que por fin ha logrado ser aceptado el antropólogo Delgado, antaño furiosamente anticatalanista-, además de carecer de sentido del ridículo continúa mirando cuanto acontece en los barrios situados más allá de la Sagrada Familia como si ocurriera en las regiones africanas más remotas. Desde sus amplios pisos de Pedralbes y el Eixample, sus chalets en Sant Cugat y sus masías en el Empordà, una exquisita tropa de arquitectos, urbanistas, sociólogos, antropólogos, reyes del diseño y algún que otro especialista en "políticas sociales", fantasea acerca de lo que más les conviene a gentes a quienes no tienen el gusto de conocer y cuyos problemas en realidad les importan un comino. Nuestros burgueses pensantes alientan ahora el retorno al barraquismo como solución a los problemas de vivienda que padece la clase trabajadora, y lo hacen desde sus cómodas viviendas levantadas con las plusvalías que sus antepasados cercanos arrancaron de las espaldas de esos a quienes, quizá con mala conciencia, pretenden ahora redimir por el método de devolverlos a las chabolas donde crecieron sus padres.
¿Se puede ser más deliciosamente idiota?.
En la fotografía, chabolas en el barrio de El Carmel, Barcelona, años 60.