Fu-Manchú no murió, por la sencilla razón de que jamás existió tal personaje. Bin Laden, el moderno Fu-Manchú, era a su vez otro personaje, una creación de atrezzo hollywoodiense destinada a encarnar el Mal con mayúscula. Ya no es útil y lo han "desactivado", enviándolo al baúl de los juguetes rotos por exceso de uso.
La Conquista del Mundo, esa Apuesta Global diseñada por los ideólogos neocons en los años noventa, ha terminado en fracaso total. El Gran Guiñol inaugurado con el autogolpe de Estado del 11-S, ha finalizado. Los figurantes han sido despedidos uno tras otro. Faltaba Fu-Manchú, y le han tirado al mar. O eso dicen.
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