jueves, 29 de abril de 2010

¡Viva Mourinho!



La victoria del Inter de Milán sobre el FC Barcelona es una oportunidad histórica para extraer lecciones de gran provecho en una España intoxicada por el negocio-espectáculo del fútbol, la mayor lavadora de dinero negro del país, por cierto. Que el Inter echara al Barça de la Champions League cerrándole el paso a la anhelada final a disputar en Madrid, es uno de los acontecimientos del año en la medida que desvela lo que algunos venimos predicando en el desierto desde hace tiempo: el fútbol es sólo un juego en el que un grupo de tipos con dos piernas disputan con los pies un balón a otro grupo de tipos también con dos piernas cada uno. No hay nada más real en el fútbol.

Lo ha venido a demostrar este Inter que comanda José Mourinho. El portugués es desde hace años probablemente el hombre más odiado por los fanáticos del Barça que haya existido nunca. Cuando era casi un chaval llegó a Barcelona como segundo del entrenador Bobby Robson, un verdadero "gentleman" británico a quien los mafiosos que manejan el fenómeno Barça trataron como a un trapo. Aunque peor trataron a Mourinho, un tipo inteligente, culto, elegante y descarado, que en apenas unos pocos meses pasó de no tener ni idea de fútbol a substituir con éxito a Robson cada vez que este tenía que internarse en Inglaterra para tratarse el cáncer cerebral que padecía. El muchachito portugués además hablaba seis idiomas a la perfección y para colmo, leía libros; el dictamen del mundo futbolero español, machista e ignorante como ninguno, no podía ser otro más que Mourinho era un maricón envanecido y pagado de sí mismo.

El canallesco despido de Robson, precipitado por las prisas para traer al dios-Cruyff como entrenador, comportó la automática salida de Jose Mourinho del club catalán. En el fondo le hicieron un favor, pues en pocos años se ha labrado una reputación como entrenador, primero en un sitio tan difícil como el fútbol inglés, hasta recalar en el Inter de Milán, un histórico del fútbol italiano que cuando lo tomó Mourinho no atravesaba su mejor momento. Y en fin, así hasta que la semifinal de la Champions League europea de este año volvió a cruzar los destinos de Mourinho y del Barça.

En el fragor del increíble bombardeo mediático de estos días que hemos sufrido los barceloneses en particular y los españoles en general, al Inter se le ha calificado como equipo confeccionado con "desechos" del fútbol europeo, y a Mourinho como un soberbio que odia Barcelona. De creer a esos medios, el fútbol que practica el Inter y en general los equipos italianos es marrullero, sucio, vulgar, carente de ideas, ultradefensivo... Pues resulta que ese equipo y ese entrenador han dejado en la cuneta al que según esos mismos medios es El Mejor Equipo del Mundo, el que Cuenta con el Mejor Jugador del Mundo, con el Mejor Entrenador del Mundo y con La Mejor Afición del Mundo, el que mejor juega el balón, con más criterio y técnica, el que asombra al universo, el que convierte cada partido de fútbol en una obra de arte, y otra sarta sin fin de estupideces por el estilo.

De paso Mourinho ha liquidado el mito cruyffista de que gana el equipo que tiene el balón todo el tiempo y lo soba y resoba, pasándoselo en corto un millón de veces en cada partido. Jose Mourinho ha pegado una pedrada al escaparate del fútbol, y ha demostrado que todo cuanto hay tras la vitrina es una mierda. Efectivamente su equipo alinea a cinco jugadores desechados por el Real Madrid... y dos por el FC Barcelona. ¿Y qué? En Milán y en Barcelona esos "desechos" han demostrado que siendo un equipo vulgar, ramplón, que ni corre tras el balón ni ataca más que cuando lo tiene todo a favor, el Inter puede endosarle tres goles en un partido al equipo amado por los dioses, aguantarle casi noventa minutos a cero en un estadio barcelonista a reventar de alienados enfervorizados, y echar de la Champions al más rutilante equipo de fútbol que jamás vieron los tiempos, o eso creían hasta anoche los atontados que se fueron a la cama sin cenar por el disgusto recibido.

Hizo bien Mourinho en dedicarles su triunfo de anoche a esos aficionados barcelonistas drogados de trascendentalismo futbolero, cuando al final del partido corrió por el césped levantado los dedos índices al cielo ("si vosotros érais los mejores del mundo, yo que os he vencido soy ahora el número uno", parecía gritarles). A sus pies, sobre el césped del Camp Nou quedaban derruidos la arrogancia y el supremacismo con los que se envenenan masas de energúmenos, manejados por sinvergüenzas sin escrúpulos en el negocio contemporáneo más asqueroso después del tráfico de drogas y la trata de mujeres. Luego en la rueda de prensa, dijo Mourinho que sabe que nunca entrenará al Barcelona no porque él no quiera, sino por la manera en que le odian. No me extraña que le odien. Este hombre parece haber llegado al mundo del fútbol sólo para obligar a las hordas de fanáticos a mirarse en el crudo espejo de la realidad, y obligarles a asumir lo que allí ven: que el equipo de sus amores, cualquier equipo de fútbol, aunque sea el FC Barcelona, es un equipo como cualquier otro.

La magia no existe, sólo las piernas de los mercenarios dan o quitan la victoria. Mourinho sabe todo eso. Es que Jose Mourinho lee libros ¿recuerdan?.

1 comentario:

antoñito dijo...

En la lista de loas al Barça, olvidaste citar sus excelentes aspersores y los dispensadores de cochinillos y botellas de J&B.

Te noto quemaete con el fúrgol.

Salud, República y más escuelas.