Acaba de comenzar en Valencia el primer juicio por la trama Gürtel-PP, acaso la mayor red de corrupción institucional de la historia de España. El principal acusado es Francisco Camps, el ex presidente de la Generalitat valenciana, en el que es el primero de un rosario de juicios que le obligarán a sentar su escueto culo en el banquillo de los acusados varias veces en los próximos años. En esta ocasión lo comparte con el antiguo máximo gerifalte del Partido Popular en Valencia, Ricardo Costa y otros elementos de menor significación pero hasta hace poco bien instalados en los resortes del poder local.
Dice "El País" que durante la sesión de ayer el ex presidente valenciano "enmudeció cuando empezaron a oírse las grabaciones" de sus conversaciones con Álvaro Pérez, alias el Bigotes, especialmente aquella tan famosa en la que califica a este bandolero de "amiguito del alma" y ambos se dicen "lo mucho que se quieren" aunque al destaparse el caso el señor Francisco Camps, alias El Curita para los otros miembros de la trama, negara conocer al Bigotes. Las mentiras y complicidades finalmente no le han servido de nada a Camps, quien se sabe atrapado por las pruebas. Y ahora que Mariano Rajoy y el PP le han dejado solo, parece empezar a tomar conciencia real del negro futuro que le espera: no se pierdan en la prensa de hoy las fotos de su rostro mientras se escuchaba decir estupideces en las cintas grabadas poe la policía.
Se juzga por fin pues el asunto de los trajes (y otras prendas de lujo) regalados por la rama valenciana de Gürtel a Camps y a otros significados personajes del PP valenciano. Naturalmente es un asunto menor, apenas la punta del iceberg de corrupción intensiva y masiva en la Administración autonómica valenciana (y en otras, como las de Baleares, Madrid, Castilla-León y las que se irán destapando a medida que se airee Gürtel), pero es el primer paso y además lo que se ha ido conociendo de él resulta altamente significativo del proceder de esta gentuza. Recuerden a Camps exigiendo que los trajes que le regalaban llevaran presillas italianas, que habían de importarse ex profeso para sus prendas. O a la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, que según le grabó la policía al Bigotes exigía como regalos bolsos de Louis Vuitton y de ninguna otra marca. Mezquindades de seres rapaces y mediocres que han saqueado con verdadero frenesí el dinero público asociados en comandita con una banda de advenedizos, exhibiendo todos juntos una cutrez incluso en el lenguaje que usaban que da grima. Mala gente, en suma. Delincuentes.
En la fotografía que ilustra el post, un Camps acorralado por las pruebas documentales intenta dar explicaciones durante la sesión del juicio celebrada ayer.
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