La muerte de Kim-Jong-Il, por sarcástico alias "el Querido Líder", abre una sucesión de interrogantes sobre el régimen monarco-comunista instaurado en Corea del Norte por el padre del sátrapa fallecido hace unos días, quien fuera el fundador de esta asombrosa dinastía de tiranos asiáticos: el no menos siniestro Kim-Il-Sung.
Kim II -le llamaremos así para abreviar, y porque los numerales son lo propio de los reyes-, ha muerto a los 69 años, tras solo 17 de disfrute en solitario del poder, que ha ejercido al modo disparatado propio de la casa hasta extremos delirantes aunque su padre Kim I había dejado el listón muy alto en esa materia. El Querido Líder era un pájaro aficionado a coleccionar suecas rubias, coches de lujo y películas norteamericanas en vídeo, tres aficiones que le perfilan como un fetichista importante. Al parecer otra de sus pasiones fue el alcohol, que de algún modo habría incidido en varios de los problemas de salud que padecía.
Pero ya se sabe, el muerto al hoyo y el vivo al bollo. O lo que es lo mismo: a rey comunista muerto, rey comunista puesto. Desde hace algún tiempo Kim II había comenzado a promocionar al menor de sus tres hijos, un arrapiezo regordete y con cara de estúpido, de apenas 28 primaveras, que responde por Kim Jong-un, Kim III, y ya tiene alias: el Brillante Camarada. Sin embargo, desde que Kim III fue designado príncipe heredero sus hermanos mayores no dejaron de mostrar su incomodidad por el nombramento, secundados al parecer por sectores de las élites y sobre todo del Ejército. Nada nuevo en realidad en los regímenes comunistas: la típica lucha por el poder en el seno de las burguesías burocráticas dominantes que explotan en beneficio propio estos regímenes infames, agravada en este caso por la característica familiar. Mientras tanto el país malvive en la hambruna y la miseria, aunque eso sí posee armas atómicas operativas y un Ejército de un millón y medio de efectivos en un país de 23 millones de habitantes (el doble de soldados que su vecino Corea del Sur, aunque este tiene 48 millones de habitantes).
Ya en tiempos de Kim I, el régimen nordcoreano dio por superado el marxismo-leninismo e implantó como ideología del país una extraña mezcla de comunismo de catecismo, misticismo oriental de origen chino y culto a la personalidad de esta dinastía de dioses vivientes, al que llaman "Juche", un sistema doctrinario que entre otras extravagancias ha comportado la implantación de un "calendario revolucionario coreano" paralelo al gregoriano, en el que el primer año coincide con el nacimiento del fundador Kim Il Sung (1912). En el ámbito internacional la dictadura nordcoreana es un régimen aislado desde hace décadas, un verdadero apestado al que ya no presta apoyo ni su antiguo protector, la República Popular China, cada vez más distanciada de él. Solo la Cuba del tardocastrismo ha intensificado unas relaciones con Corea del Norte que eran muy discretas antes del hundimiento del Imperio soviético y los regímenes comunistas satélites.
Económicamente Corea del Norte no es más que un montón de escombros, con un presupuesto nacional absorbido por las Fuerzas Armadas y los aparatos represivos del régimen. Hace algo más de un año el máximo responsable de la economía nacional fue ejecutado por orden de Kim II, siguiendo esa tradición de toda satrapía que se precie de descargar en un cabeza de turco la responsabilidad del fracaso colectivo de un sistema por otra parte insostenible, en el que la voluntad del Querido Líder se sitúa a años luz por encima de la del resto de seres humanos que han tenido la desgracia de vivir bajo su férula. Hay documentales que muestran de modo dramático la huida clandestina de norcoreanos hacia China (!) en busca de mejora para sus posibilidades de supervivencia económica y de márgenes de libertad de los que carecen por completo en su país de origen. Y es que comparada con Corea del Norte, la actual China es un paraíso de prosperidad y libertad.
Con estas variables el futuro para el país resulta incierto, y por tanto el peligro de desestabilización de la zona es real. La clase dominante de Corea del Norte puede tener la tentación de huir hacia adelante y provocar un conflicto internacional de dimensiones incalculables, como modo de fortalecer la unidad interior desviando la atención de la población de los problemas reales que la agobian. Para EEUU por otra parte, este país pequeño y manejado por dirigentes agresivos fue y sigue siendo uno de los integrantes más calificados del bautizado por George Bush hijo como "Eje del Mal". También los norteamericanos y sus aliados coreanos del sur y japoneses pueden sentirse tentados de pasar cuentas con un régimen que desde los años cincuenta constituye una tenaz piedra en el zapato de la expansión capitalista en el Lejano Oriente, y al que la muerte de Kim II y su sucesión pone en graves dificultades. Técnicamente EEUU y Corea del Norte siguen en guerra, como lo prueban los numerosos y casi ininterrumpidos incidentes militares en la península coreana y aguas adyacentes. El polvorín está atestado de tropas y armas, basta conque alguien especialmente idiota o marcadamente criminal aplique una cerilla.
En la imagen que ilustra el post, adolescentes nordcoreanas miembros del Ejército marcan el ridículo paso de desfile propio de las Fuerzas Armadas de Corea del Norte.
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