viernes, 7 de enero de 2011

El Magreb revienta


Las protestas y disturbios iniciados en Túnez hace unas semanas, se han extendido ya a Argelia. Miles de jóvenes, estudiantes y parados en su mayoría, ocupan las calles y se enfrentan con la policía, en batallas campales cada vez más difíciles de reprimir.

El origen de estos movimientos es espontáneo y popular. La chispa la constituyó el suicidio de un joven tunecino, titulado universitario sin trabajo, que vendía fruta en las calles con un carrito, de modo ilegal; la policía tunecina le destrozó el vehículo y la mercancía, y en señal de protesta el muchacho decidió acabar con su vida ante un edificio gubernamental. Al correrse la voz y en apenas unas horas, las calles de las principales poblaciones de Túnez, el más pequeño y occidentalizado de los países del Magreb, se convirtieron en volcanes que escupían la ira popular contra el régimen de Ben Ali, el sátrapa que gobierna el país desde hace casi un cuarto de siglo y que al parecer padece un cáncer terminal.

En Argelia los disturbios han comenzado ahora por contagio de su vecino Túnez, pero tienen raíz propia en la reciente y fuerte subida de precios en productos básicos como el aceite y el azúcar. Las protestas en Argelia son más juveniles y radicalizadas que en Túnez, pues además de las subsistencias tienen presencia en su génesis factores muy complejos, como la opresión política y cultural que sufren los bereberes desde los tiempos de la independencia argelina, entre otros.

De todos modos es interesante señalar que tanto en Argelia como en Túnez los movimientos tienen carácter popular, y las respectivas oposiciones políticas no juegan hasta el momento papel alguno ni en su origen ni en su desarrollo. En Túnez sin embargo, el Colegio de Abogados está intentando ponerse a la cabeza y liderar un proceso que parece tender hacia un cambio de régimen. Hasta ahora los servicios secretos occidentales y sus cajas de resonancia mediáticas habituales se han abstenido de vincular las revueltas magrebíes a la fantasmal Al Qaeda, pero no desesperen los comulgantes en la conspiración terrorista islámica galáctica: pronto hará acto de presencia Bin Laden en una fiesta a la que nadie le ha invitado, lo que allanará el camino a la represión de movimientos que en definitiva, sólo pretenden conseguir aquello que los europeos nos hartamos de recomendar: libertad, democracia y unos estándares de calidad de vida que no ofendan la condición humana.

Al cabo lo que que esta gente del Magreb quiere es una vida digna, al menos lo que se entiende por tal en los anuncios y programas de nuestras televisiones europeas, que las nuevas tecnologías meten en los salones de sus casas y en los cibercafés de ciudades y pueblos de todo el Tercer Mundo.

En la fotografía que ilustra el post, un hombre enarbola una barra de pan durante una de las masivas manifestaciones que se vienen sucediendo en Túnez los últimos días.

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