Verdaderamente, estas cosas sólo pasan en España.
martes, 30 de noviembre de 2010
Tricornios subversivos: todo por la pasta
Verdaderamente, estas cosas sólo pasan en España.
Elecciones en Catalunya: el futuro es el pasado (1)
La fotografía que ilustra el post es una imagen de los firmantes del Pacte del Tinell (2003), el primer intento desde 1939 de establecer en Catalunya el gobierno de un bloque de clases hegemonizado desde la izquierda política.
lunes, 29 de noviembre de 2010
El orden reina en Catalunya
sábado, 27 de noviembre de 2010
Mujeres poderosas, o eso dice Time
jueves, 25 de noviembre de 2010
El silencio de los corderos en el metro de Bilbao
martes, 23 de noviembre de 2010
Hora de hablar claro sobre el Sáhara Occidental
HORA DE EMPEZAR A HABLAR CLARO SOBRE EL SÁHARA OCCIDENTAL
domingo, 16 de julio de 2006.
Los recientes incidentes y manifestaciones en Marruecos y España promovidos por el Frente Polisario en los últimos días, han vuelto a poner de actualidad un conflicto que lleva enquistado casi 30 años. Un conflicto cuyas raíces y causas últimas cabe apuntarlas históricamente en el debe de la administración colonial española de algunas porciones de Africa, y sobre todo en el modo absurdo y precipitado en que se llevó a cabo el proceso de descolonización.
Fue la Conferencia de Berlín de 1884 quien repartió África entre las potencias europeas. España, potencia de tercera fila, recibió entre otras migajas un trozo de costa en el noroeste africano lindante con el desierto del Sáhara. Era un territorio inhóspito y desolado, carente de todo recurso natural y donde no existía ni una sola población estable: en esa costa y en su "hinterland" sólo residían temporalmente grupos de pastores nómadas, que iban y venían a su albur desde Marruecos hasta el río Níger. Esos clanes de nómadas carecían de cualquier estructura político-administrativa más allá de los consejos tribales de notables. Jamás hubo un Estado independiente en lo que hoy llamamos Sáhara Occidental.
El único interés que ofrecía ese territorio para la España colonial era su proximidad a las islas Canarias, y secundariamente, la posibilidad de establecer factorías pesqueras en la costa, lo que se hizo tras fundar los pueblos de El Aiún y Villa Cisneros (actual Dakla). La exploración del interior del territorio fue decepcionante; nada había allí desde el punto de vista de la explotación de recursos naturales que valiera la pena. De hecho, y hasta que la dictadura franquista relanzó la idea imperial española, ya en los años cuarenta del siglo XX, la colonia del Sáhara quedó prácticamente abandonada a su suerte. Sólo los dos pequeños puertos de la costa referidos tenían población fija y presencia permanente de la Administración colonial.
Posteriormente, ya a finales de los años cincuenta y tras la independencia de Marruecos, las colonias españolas en el norte de Africa se vieron sometidas a una fuerte presión inducida desde el nuevo Estado, que no excluyó los choques armados indirectos. Antes de eso el gobierno español había tenido que ceder el Rif y reconocer la independencia y unidad del Estado marroquí, inevitables desde que Francia decidiera retirarse de su sector. Luego, tras un breve pero sangriento conflicto bélico (cuya existencia siempre intentó ocultar el régimen franquista), España hubo de entregar al nuevo Estado todo Ifni y una franja de territorio al norte del Sáhara Occidental.
Pero Hassan II no se conformaba con las adquisiciones territoriales logradas a costa de la entonces débil España. Su proyecto de configurar un Gran Marruecos pasaba por reunir todos los territorios que, supuestamente, en un momento u otro habían formado parte del Estado marroquí medieval o habían sido tributarios suyos, lo cual significaba extender sus fronteras hasta la misma curva del Níger. La primera pieza a integrar en ese Marruecos redimensionado era la colonia entonces llamada Sáhara Español. En el juego estratégico subsiguiente, el régimen franquista convirtió política y administrativamente a sus colonias africanas en provincias, dotándolas así del mismo rango que los territorios peninsulares e insulares metropolitanos, y haciéndolas partícipes de la supuesta indivisibilidad de la Patria Española. Por otro lado, el régimen español acentuó su control sobre los notables saharauis y aceleró la "hispanización" de la colonia, si bien respetando las creencias religiosas de los nómadas.
El desarrollo de las industrias pesqueras y el hallazgo y explotación de ricas minas de fosfatos, revitalizaron el interés del Sáhara Español como colonia. Y también, lógicamente, el deseo marroquí por hacerse con su control. En los años setenta el régimen político español y su fundador entraron en total decrepitud. Marruecos aprovechó la coyuntura para forzar la máquina anexionista. Estudiantes universitarios saharauis crearon, en territorio marroquí y probablemente inducidos por los servicios secretos de Hassan II, la organización guerrillera Frente Polisario, cuya tarjeta de presentación fue una cadena de bombas en El Aiún. Con Franco en sus últimos meses, las autoridades coloniales se apresuraron a convocar a la Yemaá, pseudoparlamento integrado por los notables de los clanes, y a crear un partido-marioneta, el PUNS (Partido de Unión Nacional Saharaui), que primero actuó como portavoz indígena a favor de la permanencia colonial española en el Sáhara, y posteriormente se intentó que fuera el instrumento que posibilitara la transición a una independencia tutelada. En realidad, el PUNS no sirvió ni para una cosa ni para la otra, y acabó disolviéndose sin más.
Tras algunos choques fronterizos, Marruecos, finalmente, pone al gobierno español contra las cuerdas organizando la llamada Marcha Verde, especie de invasión pacífica llevada a cabo por civiles que se adentraron en territorio de la colonia en medio de la expectación mundial. Inmediatamente EEUU llamó a capítulo a las partes, e impuso un acuerdo que zanjó la presencia colonial española en el Sáhara, repartiendo el territorio entre Marruecos y Mauritania (los mauritanos abandonaron enseguida su pequeña porción de la ex colonia, en cuanto se produjeron los primeros combates con el Polisario). Por causas nunca explicadas, el Frente Polisario no reconoció el acuerdo; la Yemaá y los jefes de clanes, por el contrario, se pusieron inmediatamente a las órdenes de Marruecos.
Oficiales coloniales españoles, incluidos mandos militares de alta graduación, a quienes el gobierno español había tomado el pelo prometiéndoles que España nunca dejaría el Sáhara (mientras negociaba con Marruecos el traspaso de la colonia), protestaron contra su salida forzosa del territorio entregando armas, municiones y equipamiento militar diverso al Frente Polisario. La ocupación militar marroquí se produjo apenas se retiraron las tropas españolas; inmediatamente se desencadenó un éxodo de saharauis hacia Argelia que casi vació el territorio, quedando abandonados incluso los núcleos poblacionales costeros.
La Argelia socialista del coronel Bumedian, vecina de Marruecos y de la ex colonia española, tenía muchas cuentas pendientes con el monarca marroquí, y los saharauis fueron un instrumento eficaz para intentar comenzar a ajustarlas. Los argelinos aprovecharon la circunstancia para presionar a Marruecos: no sólo acogieron a los refugiados en campamentos sino que les armaron y entrenaron militarmente, poniendo además a su disposición sus entonces amplios contactos internacionales.
Es así como un pequeño grupo de jóvenes activistas de clase alta se convirtió rápidamente en una guerrilla poderosa, popular entre su gente, bien organizada y mejor dotada. Nace el mito del Frente Polisario, en buena parte alimentado por la izquierda española y sostenido por el Estado argelino; un mito fundamentalmente mediático, que de siempre ha despertado simpatías y adhesiones tan epidérmicas como en general poco informadas. En el nivel institucional, sin embargo, la llegada del PSOE al poder en España y el inicio de la rebelión islamista en Argelia arrumbaron al armario del olvido la pretensión de crear un estado saharaui: sólo un vago apoyo de la ONU y la recomendación de convocar un referéndum de autodeterminación, han mantenido vivas internacionalmente las reivindicaciones del Polisario.
El juego estaba perdido para el Polisario desde el principio, pues Hassan II concibió la anexión del Sáhara como uno de los pilares básicos de su política de prestigio como potencia regional. Para entender la facilidad con que se llevó a cabo dicha anexión y su perduración en el tiempo, hay que tener en cuenta que desde el desembarco de Casablanca (1943), los norteamericanos consideran a Marruecos un aliado estratégico imprescindible en el norte de Africa al que hay que dar gusto en todo.
Una vez establecido el status quo actual, Marruecos lo reforzó con el traslado de decenas de miles de colonos marroquíes al nuevo territorio. Argelia, por su parte, absorbida por una terrible guerra civil, se ha ido desentendiendo progresivamente de los refugiados saharauis, a pesar de la permanencia en su territorio de los campamentos en que estos malviven.
El Polisario y los saharauis dejaron de estar de moda hace muchos años. Incapaces de derrotar militarmente a un Ejército numeroso y bien pertrechado cual es el marroquí, los polisarios andan inmersos en una larga travesía del desierto que lo mismo puede durar años que siglos.
Y sin embargo, en la primavera de 2005 han comenzado a menudear de nuevo los incidentes entre saharauis y marroquíes: apenas unos días después de que el Polisario amenazara con volver a la actividad armada, los estudiantes saharauis organizaron en varias universidades marroquíes una auténtica rebelión juvenil, duramente reprimida por la policía marroquí. Inmediatamente se organizaron en el sur de España manifestaciones de solidaridad, y en el El Aiún hubo enfrentamientos y detenciones de activistas.
¿Por qué se agitan de nuevo las aguas del conflicto del Sáhara, tras tantos años de silencio? Archivada definitivamente la iniciativa estadounidense conocida como "Plan Baker" –que en realidad apenas fue una excusa para ganar tiempo y seguir consolidando la presencia marroquí en el territorio-, el Polisario sabe que lo tiene todo en su contra. Si algún día llegara a llevarse a cabo el referéndum de autodeterminación del Sahara éste nunca podrá tener como base el censo colonial, pretensión de la guerrilla saharahui que resulta absurda por anacrónica: ya han pasado más de tres décadas desde su confección, y la dinámica demográfica natural y también la inducida lo han convertido en una pieza obsoleta.
Si el referéndum se celebrara con un censo actualizado, lo que parece lo más lógico, lo ganaría Marruecos con toda facilidad, pues la población actualmente residente en el territorio del antiguo Sáhara Español es ya de origen marroquí o saharaui mayoritariamente promarroquí. Sólo los residentes en los campamentos de Tinduf, en Argelia, se pronunciarían a favor de la independencia bajo un régimen político determinado por el Polisario; pero el peso numérico de esta gente en relación con los residentes en el territorio saharaui disminuye día a día, y además, a medida que pase el tiempo el Polisario irá perdiendo control sobre ellos.
Es por eso que el Polisario está intentando forzar la situación. Sin embargo, la organización saharaui carece ahora de valedores internacionales, y solo las simpatías difusas de una parte de la izquierda europea mediterránea no le llevarán muy lejos en sus aspiraciones.
El cansancio de los saharauis desplazados por tantos años de exilio y la paralela consolidación de la anexión marroquí, pueden acabar empujando al Polisario a reemprender la lucha armada como único modo de mantener la disciplina interna y a la vez llamar la atención internacional hacia su causa. Dada la desproporción de fuerzas militares entre ésta organización y el Estado marroquí, la tentación del terrorismo podría llegar a ser muy grande para el Polisario o para alguna escisión más radical.
Aunque el Polisario siempre se ha definido como un movimiento laico y en principio los saharauis no parecen contaminados por el fundamentalismo islámico, no es descartable que en un futuro más o menos próximo una parte de ellos acaben experimentando una evolución en cierto modo semejante a la sufrida por algunas capas de la población palestina. El terrorismo suele ser la única salida de quienes, desesperados, acaban llegando al convencimiento de que carecen de cualquier otra salida.
domingo, 21 de noviembre de 2010
El triunfo de Ernest Lluch
viernes, 19 de noviembre de 2010
Soberanía por dinero
martes, 16 de noviembre de 2010
Con Berlanga desaparece el mejor cine español
lunes, 15 de noviembre de 2010
Comienza la campaña de las elecciones catalanas
martes, 9 de noviembre de 2010
El almirante Massera ya está en casa
domingo, 7 de noviembre de 2010
Fracasa la gira española del Circo de Ratzinger
En Barcelona ha sido mucho peor. Por mucho que se hayan esforzado las cámaras de televisión por intentar captar masas de gente, la asistencia ciudadana ha sido significativamente baja. A la misa de consagración de la Sagrada Familia han asistido 36.000 personas, de ellas 8.000 VIP's con silla reservada en el interior del templo. Quien conozca Barcelona sabrá que hay dos plazas gigantescas que rodean la Sagrada Familia, en las que caben decenas de miles de personas y que hoy simplemente no se han llenado. En el paseo en vehículo blindado entre el palacio arzobispal y la Sagrada Familia apenas había gente junto a las vallas; en la mayoría de calles se podía transitar caminando tranquilamente tras esa delgada fila de público asistente, al no haber ninguna aglomeración. En muchos tramos del centro, especialmente en Via Laietana, había más policías codo con codo que ciudadanos mirando.
En la fotografía que ilustra el post, el Papa recorre las calles de Barcelona, llenas de... policías.
sábado, 6 de noviembre de 2010
viernes, 5 de noviembre de 2010
Obama abre la puerta a la extrema derecha norteamericana
Con todo, esa victoria del fascismo tosco y pueblerino que encarna el Tea Party solo ha sido posible porque el electorado que llevó a la presidencia a Obama le ha abandonado en esta ocasión, desengañado porque los discursos del presidente no se han concretado en nada. Negros, hispanos, mujeres, jóvenes y miembros de las minorías que se movilizaron hace dos años, se han quedado en casa ahora cuando han visto que continúa la guerra de Irak/Afganistán, que Guantánamo no se ha cerrado, que se continúa manejando desde el poder el espantajo del terrorismo internacional para acogotar a la población, que en EEUU sigue sin haber una verdadera sanidad pública, que los millones de personas que perdieron sus casas y sus patrimonios no han recuperado nada, que la brecha entre las clases sociales no hace sino agrandarse día a día, y sobre todo, que quienes llevaron al país al mayor desastre financiero de su historia no sólo continuan impunes sino que se atreven a exigir responsabilidades a la Administración actual...por los descomunales delitos que ellos cometieron.
Es posible que en 2012 "la perra con pintalabios", como se denominó a si misma Sarah Palin durante la última campaña presidencial, llegue a la Casa Blanca. De ser así los norteamericanos tendrán probablemente lo que por acción u omisión se merecen y han buscado, y todos los demás lo que tememos por encima de todas las cosas: el horror, como decía el coronel Kurtz en Apocalypse Now. Un horror total, que en comparación con él convertirá la etapa de George Bush hijo y su Gobierno de empleados de las multinacionales golpistas del 11-S en una era franciscana liderada por protectores de la infancia desvalida. Si tal cosa llegara a suceder, tengan por seguro que entre los responsables figurarán el propio Barack Obama y quienes fabricaron a este Kennedy de vía estrecha.
En la ilustración que encabeza el post, una espléndida caricatura en la que Alicia/EEUU contempla aterrada el reparto de la tarta mundial al que se aprestan las fuerzas que apoyaban la presidencia de George Bush hijo (y hoy manejan el Tea Party): politicastros venales y corruptos (Dick Chenney ofrece el cuchillo a George Bush), multinacionales rapiñadoras, predicadores fanáticos, militares criminales y los cerdos que mueven el Casino financiero internacional.