Paseando por el centro de Ginebra este pasado verano, en una de las vías principales de la ciudad, a tiro de piedra del lago, me fijé en dos agencias urbanas, de la Caja de Ahorros del Mediterráneo y de Caixa Galicia respectivamente, situadas pared con pared entre ellas. Llama la atención el aspecto cutre que ofrecen ambas, más propio de sucursales bancarias de pueblo o de barrio periférico que de entidades financieras situadas en la capital mundial del dinero opaco. ¿Qué hacen esas dos oficinas ahí?. En toda la zona no hay un solo banco o caja extranjero más, aunque sí hay innumerables y gigantescos bancos suizos.
La respuesta está precisamente en esa proliferación de bancos suizos. A solo unos metros de las dos oficinillas de las cajas españolas y casi tocando el lago, un elegante edificio acoge al banco UBS (que por cierto, gasta un logotipo que recuerda enormemente al de la Ciudad del Vaticano; ¿será una simple coincidencia?). En la puerta de esta entidad bancaria, la más importante de Suiza, figuraba un cartel publicitario: "¿Puedo enviar mi dinero desde aquí a cualquier parte del mundo? Sí puede, y en muy poco tiempo".
Al leer la publicidad de UBS se me encendió la lucecita en el cerebro y entendí de golpe el por qué de la existencia allí de sendas agencias urbanas de dos cajas españolas arrasadas por gestores sin escrúpulos. Nadie puede impedirle a uno viajar a Suiza o a donde sea con su cartilla de, pongamos, la CAM o Caixa Galicia. Una vez en Ginebra, uno se dirige a la oficina bancaria correspondiente y pide que se le entregue una determinada cantidad de dinero.Obtenida ésta se cruza la calle y se entra en UBS, donde tras abrir una cuenta-puente te transfiere de inmediato el dinero a un paraíso fiscal. Todo limpio y rápido.
Cuando caes en la cuenta de esto comienzas a no extrañarte de las cosas que se cuentan en Galicia acerca de las presuntas "liasons dangereuses" entre la entidad bancaria gallega y ciertos clientes multimillonarios bien conocidos por la Guardia Costera. O que la recientemente dimitida/cesada directora de la CAM alicantina, la caja sobre cuyos fondos cimentó Eduardo Zaplana su carrera política y sus pelotazos urbanísticos (véase Terra Mítica entre otros), se hubiera arrogado un sueldo de 21.000 euros mensuales y una indemnización vitalicia por cese de casi 400.000 euros anuales, y eso que tomó posesión en diciembre último -cuando hasta el Banco de España ya se había enterado de que la CAM estaba saqueada y en la pura ruina-, substituyendo en el puesto al anterior (ir)responsable de la caja ¡al que el presidente de la patronal alicantina ha acusado de robar fondos de esa organización!.
Como ven, las oportunidades que ha ofrecido el sistema bancario español a los "emprendedores" españoles han sido, y de algún modo siguen siendo, muchas y tentadoras.
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