miércoles, 26 de octubre de 2011

El show de Gadafi, la muerte morbosa como espectáculo del siglo XXI


Las espeluznantes imágenes del linchamiento de Gadafi, repetidas hasta la saciedad en los mass media mundiales, vienen a corroborar un hecho: nuestra sociedad está profundamente enferma. El regodeo en el sufrimiento de un ser humano, incluso cuando ese ser humano es un déspota como Gadafi  y por criminal y brutal que haya sido su comportamiento previo, es una muestra del grado de embrutecimiento colectivo que hemos alcanzado.

Llegados a este punto la cuestión sobre si es el público quien hace daño a la televisión (al conjunto de medios, en realidad) o si es ésta quien daña al público, carece de interés. El morbo fluye bidireccionalmente entre medios y público, de un modo casi interactivo; unos y otro acomodan las dosis a sus necesidades del momento. Y en estos momentos la demanda de morbo es altísima. 

Vivimos en una sociedad formada por gentes desconcertadas, asustadas, irritadas, que creen necesitar tomarse venganza  con los dioses:  Gadafi es (ha sido) un dios arrojado a patadas del pedestal. Un tirano que ha machacado a su pueblo 42 años, un payaso cubierto de galones como un jefe de pista de circo, un lunático que viajaba rodeado de una guardia personal de putas de lujo, y un ladrón al por mayor que era dueño de cuentas corrientes inimaginables colocadas en paraísos fiscales donde jamás serán halladas. Gadafi era todo eso, y más. Finalmente su linchamiento, su rostro aterrorizado y sus manos suplicando clemencia, son para muchos de nuestros conciudadanos la compensación que equilibra la balanza, y sobre todo un lenitivo para los propios terrores, angustias y fracasos. La carne apaleada y sanguinolenta del sátrapa destronado y linchado después, les reconcilia a muchos con el mundo en general y les ayuda a sobrellevar su vida en particular.

Quien disfruta con ese espectáculo participa en una comunión colectiva multimillonaria en audiencia en la cual cada cual transubstancia al Cordero del Sacrificio en la personalidad de aquél a quien quisiera ver en una situación semejante, ya sea Zapatero, Belén Esteban, el delantero centro del equipo rival o el vecino que nos incordia; sólo son unos ejemplos entre posibilidades casi infinitas. Porque si hay algo al alcance de cualquiera es el odio, y las dianas posibles para nuestro odio son tantas como seres humanos. Y en fin, se empieza disfrutando con el linchamiento de Gadafi y se acaba acariciando la navaja en el bolsillo cada vez que te encuentras en el ascensor con el tipo ese al que le tienes tanta manía.

Los medios nos sirven el espectáculo a todas horas, porque saben que sus ingresos por publicidad se disparan con esta clase de shows emitidos en vivo pero también en diferido, repetidos tantas veces como sea necesario para exprimirles hasta el último céntimo por ingresos publicitarios.  Ya no basta sin embargo con colgar de una farola al dios derrocado (malos tiempos para el Tribunal Internacional de La Haya o cualquier otro tribunal que se respete a sí mismo). Hay que despanzurrarlo, destriparlo, extender sus vísceras por las salas de estar de tanto fracasado que ansía furiosamente venganza. ¿Los medios nos drogan? tal vez. O quizás somos nosotros quienes les obligamos a fabricar lo que nos está matando como personas, quién sabe. A fin de cuentas, el efecto es el mismo. 

En la fotografía que ilustra el post, un momento del linchamiento de Gadafi, captado por el teléfono móvil de un insurgente libio.

2 comentarios:

antoñito dijo...

La verdad es que el mundo es un asco....
Es una vergüenza que la voz mayoritaria sea que se lo merecía, que está mejor muerto y demás, obviando la brutalidad que supone todo. Todo.
Salud, República y más escuelas.
P.D.: Permíteme un fivolidad que toca (aunque sea poco) al tema de Gadafi.
Escuché hace unas semanas un chiste que no tiene ninguna gracia. Lo mires por donde lo mires....
Estaba Gadafi rezando a Alá cuando éste le contestó:
-¿Qué quieres, hijo mío?
-Señor, quiero saber cómo estará mi país dentro de 10 años.
Alá le contestó que estaría desolado por las bombas que mandan los americanos.
Entonces, Gadafi se echó a llorar.

Al rato, Obama estaba rezando a su dios (quién sabe si también a Alá; como si eso importase) y le preguntaba lo mismo:
-Señor, cómo estará EEUU dentro de 10 años.
-Tu país estará desolado por las bombas químicas que te enviará Libia como respuesta a tu agresión.
Y Obama se echó a llorar.

Rajoy, recién llegado a la Moncloa (snif), rezando a su dios (probablemente, al dios dinero) preguntaba cómo estará España de aquí a diez años con él como Presidente.
Entonces, Dios se echó a llorar.

Anónimo dijo...

Si Joaquim, la venganza y el linchamiento, son fruto de una sociedad muy enferma.

Una sociedad que ha crecido con unas religiones en las que el sadismo y el masoquismo han estado metidos en las conciencias desde pequeñitos de la gran mayoria de los seres humanos.
Un cristo sangrando y crucificado, ha sido el objeto de amor impuesto por los que se han creido en posesión de la verdad. El terror del infierno eternamente, y tantas macabras ideas metidas a macha-martillo en las conciencias ajenas para que los sádicos inventores de los horrores vivan lujosamente.

Sobre la otra religión, idem de idem. Hay que morir matando y tendrás cantidad de vírgenes y toda clase de placeres en otra vida.

Con estas enseñanzas, dificilmente se puede lograr una sociedad sana y sin odios y temores.

Morbosa hasta límites insospechados, debido a las religiones y a los tiranos, que son en quienes se mira la gente.

Iguales son Gadafi y los que le han linchado. Han tenido el mismo comportamiento.

Tambien influye la insolidaridad, que llena de rabia a los que no tienen nada, frente a los que se enriquecen sin compasión por los que nada tienen.

Esperemos que algún dia desaparezcan las religiones que tanto daño hacen, y los golfos que no piensan mas que en sí mismos.
Y con eso, quizá empiece a sanar la sociedad.

Un cariñoso saludo
Marian