Ahora ya sabemos a cuento de qué tanta obsequiosidad del gobierno Zapatero con el Papa, el por qué de tanto hincar la rodilla ante el fantasmón venido de las tinieblas vaticanas. Lo reconocía ayer Ramón Jáuregui ante los micrófonos, y lo escribe hoy Ramón L. Aizpeolea en "El País". Resulta que el Gobierno español le ha pedido al Gran Gurú de la secta vaticanista "la implicación de la Iglesia vasca en el proceso del final de la violencia de ETA con la divulgación de un mensaje pastoral reconciliador que contribuya a superar las "graves heridas" (sic). En cristiano, que haga el favor de desactivar a ETA.
Jamás nadie había reconocido de un modo tan palmario aunque todavía diplomático que ETA se acabará solo si el Vaticano quiere. Si quiere la Iglesia católica y si obviamente, el otro sostén histórico del terrorismo nacionalista vasco, es decir los EEUU, dan luz verde. Es sabido que la relación entre sotanas y capuchas viene de los mismos orígenes de ETA; la dirección estratégica de la organización vasca por parte de los servicios secretos norteamericanos, casi también.
Estamos a las puertas de un momento histórico. Las posibilidades de que la derecha extrema/extrema derecha española gane las próximas elecciones generales son muchas; que ETA terminara una vez comenzado el mandato presidencial de Rajoy al frente de un gobierno del Partido Popular, parece el objetivo de fondo de esta estrategia. Se diría que Zapatero hubiera renunciado a toda posibilidad de que la organización terrorista nacionalista vasca se disuelva durante su mandato, y hubiera aceptado finalmente que sea el PP quien se lleve la gloria del final de ETA. Salvo sorpresa en las elecciones del 20 de noviembre, dentro de unos años los libros de historia oficial dirán que fue bajo un Gobierno del partido del franquismo aggiornato cuando se logró la desaparición de ETA. Así se escribe la Historia.
Todo se reduce ahora a saber cuánto nos costará económicamente hablando, el final de ETA. Porque lo que sabemos desde hace dos mil años es que la Iglesia católica no hace nada gratis. Laus Deo, hermanos y hermanas.
En la imagen que ilustra el post, confesionarios instalados en una avenida madrileña.
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