viernes, 3 de agosto de 2007

Asesinos y embusteros


El 22 de julio de 2005 un grupo de policías enloquecidos entró en un vagón del metro de Londres y asesinó a sangre fría a Jean Charles Menezes, un electricista brasileño de 27 años que se hallaba tranquilamente sentado esperando que el convoy arrancara. Menezes recibió ocho balazos, siete de ellos directamente en la cabeza.

Horas después del crimen, Ian Blair, el comisario jefe de la Policía Metropolitana de Londres, afirmaba ante la prensa que el "suceso" estaba "directamente relacionado" con la operación antiterrorista desplegada el día anterior. Según esta primera versión, Menezes sería un terrorista suicida a punto de cometer un atentado, y habría sido abatido tras desplegar un verdadero arsenal armamentístico.

Ante el escándalo concitado en prensa y opinión pública, la versión varió luego en el sentido de que Menezes había salido de una casa vigilada por la policía como lugar de reunión de terroristas islamistas, y fue seguido por los policías hasta el metro, donde se le tiroteó; comenzaban las dudas policiales respecto a la "peligrosidad" del brasileño.

Más tarde, en una nueva versión policial, Menezes ya ni siquiera tenía relación directa con terroristas. El joven se habría colado en el metro y al darle el alto, habría echado a correr manteniendo una actitud "sospechosa" que forzó la respuesta policial. Los testigos presenciales, sin embargo, continuaban desmintiendo que Menezes hubiera hecho nada sospechoso mientras permaneció en el metro, y también que hubiera opuesto cualquier tipo de resistencia a ser detenido; simplemente no le dio tiempo, porque los policías le dispararon a la cabeza apenas entraron en el vagón.

Finalmente Ian Blair hubo de manifestar públicamente que todo había sido "un trágico error". Mentira sobre mentira.

Ahora Scotland Yard, tras finalizar una investigación oficial a la que se resistió con uñas y dientes, se ve obligado a reconocer que en el caso hubo "graves deficiencias" y que Andy Hayman, el subcomisario encargado de operaciones especiales, "mintió" (sic) al "no informar a tiempo a sus superiores" de que habían matado a un inocente, cosa que los asesinos de Menezes supieron inmediatamente al comprobar sus documentos. En el colmo del cinismo, el informe pretende que Ian Blair permaneció "casi desinformado por completo" sobre los detalles del suceso por culpa de su subordinado. Toda la culpa del "suceso" recaería en Hayman, que según la Comisión de investigación ocultó "de forma deliberada" a su jefe los datos de que disponía.

De hecho, este informe es el segundo que emite la comisión. En un primer intento exculpatorio, elaborado cuando el Gobierno y la policía británicos pensaban que aún podían limitar el escándalo, se llegó a recomendar que no se sancionara a los once agentes implicados en el asesinato de Menezes por no existir "pruebas suficientes" en su contra. Ahora se descarga toda la responsabilidad en un subordinado desleal con sus superiores, en un intento desesperado de salvar el culo de Ian Blair y evitar que éste acabe implicando en el caso al anterior primer ministro, Tony Blair.

Una vez conocido públicamente el informe, a Ian Blair le ha faltado tiempo para convocar una rueda de prensa en la que disculparse por los "fallos" (sic) de la policía, y sentenciar: "Yo no mentí a los ciudadanos".

Como puede verse, realmente en el Reino Unido existe auténtica actividad terrorista. Y además, mienten como bellacos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me indigna leer estas cosas y no poder hacer absolutamente nada. Sucede lo mismo en Estados Unidos, siempre son "un trágico error". La cosa es que los "errores trágicos" nunca se dan con ellos y entre ellos.

Me da asco.

Joaquim dijo...

El trágico error real es que canallas como los responsables últimos de estos crímenes puedan luego retirarse de la escena pública sin que por el momento se les pidan responsabilidades, tal como acaba de suceder con Tony Blair y ocurrirá pronto con su sayón Ian Blair.